Bienvenidos a mi blog:

Este blog personal es solo eso: personal. No pretendo nada más que escribir sobre libros, autores y mis pensamientos literarios y poéticos y también sobre mis canciones favoritas. También en las páginas de Mi Arte y Recuerdos explico, con fotos, algo más de mí. En la página de Visitas España al blog pongo las banderas de las provincias españolas que me han visitado y una breve historia sobre la capital de cada provincia. De igual forma hago en la página Visitas países al blog, con la bandera del país y una breve historia sobre el mismo. Yo disfruto al máximo al escribir este blog y espero y deseo que los que entren y lo lean hagan lo mismo.

domingo, 30 de enero de 2022

 -A deseo sobre el ala del jilguero-



Hueles a verde, a fresco, a nuevo,
a mañana clara, a atardecer viejo,
a blanca mirada, a mar sereno;
hueles a todo eso y a azul deseo.

A deseo sobre el ala del jilguero,
a su cantar, a su aleteo.
Hueles a sol de mediodía,
a trigo, a amapola y a centeno.

Hueles a gotas de lluvia en el polvo seco,
a rama caída en mitad del sendero,
a flor de naranjo y a flor de romero;
hueles a todo eso y a azul deseo.

A suave pluma, a caminar viajero,
a nieve de montaña, a roja seda.
Hueles a hojas otoñales en la vereda,
a  leña mojada, a helecho y a enebro.

Hueles a pelo limpio mecido al viento,
a arena de playa, a frío de enero.
Hueles a campo labrado, a recuerdo,
y a azul deseo; hueles a todo eso.




-Lo que no te conté al despertar-


No son tus aguas las que reflejan mi ayer,
ni tus hojas muertas a corriente,
ni tus tardes doradas de suave querer,
las que sugieren a los días ser
amantes de la noche, ser su simiente,
amantes del tiempo y del presente.

No son tus aguas las que guardan miradas,
ni las que huyendo miran atrás
ni tus arroyos son tus hijos ni tus hadas,
ni tu muerte en el mar espadas
que se claven en el aire sin respirar.
Es lo que no te conté al despertar.

Porque mis sueños mueren al frío alba
y con ellos mis secretos rojos,
los que a mis tristes mañanas de malva
tus gotas blancas mojan mi alma
escapando libres por mis ciegos ojos.
Es lo que no te conté a lo lejos.

Que tu murmullo sea testigo de mi perdida calma
para que siempre me sepan a nuevos tus viejos besos.



En la soledad del momento, del instante, se tiene la necesidad de imaginar ese respirar cálido del que no tiene el tiempo. Solo la imaginación con el paso de las estaciones llena de emoción al recuerdo. Y éste se convierte en un suspiro al viento, a la noche, a ese atardecer de lucero o a esa luna llena de otoño. De esas trece lunas que conforman una y de esa una que nos mira y decide ser testigo con esa sombra que solo ella es capaz de ofrecer. 




 

Los colores en el mes que nació enero





-Nací para tí-

Ámame como la tierra a la lluvia;
nací para ti en la luna creciente.
Nací para ti en la mañana de enero;
ámame como gotas a corriente
buscando a su mar en su desespero.

Nací solamente para ti,
como el frío ama al hielo
o como ese rayo de sol
que persigue a otro en su vuelo.

Ámame como la mirada a la piel,
que yo nací para ti;
ya no busques en tu caminar,
que yo nací para ti;
para ser tu despertar.

Nací para ser tuyo; tu deseo,
como el río cuando nace
que desea morir abrazado
y entregarse a un día nuevo.

Ámame y sé mi juventud
porque el alma no envejece,
que yo nací para ti
y lo hice en el año oscuro,
para que tú fueras mi luz.


-Los colores de enero-

¡Deja que mire los colores...!
Y que el mar me traiga tu nombre,
que escuche las notas del valle...
que mire tu reflejo tras la pisada...
que oiga como me llamas
tras beber esas gotas de agua
que de tus labios nacen
al besar las hojas que mueren
para nacer de nuevo en tus ramas.

A cada paso por la solitaria calle
siento tu mirada a mi mirada clavada
y ese olor al recordar tu alma mojada
riñe sonriente al frío aire de enero
y le pide cabizbajo que sea viejo,
que los árboles siempre lloran
para que sus nobles sombras
puedan ser primavera de nuevo...
y que no se retrasen ni lleguen tarde
y al sol, a ese sol de enero, entretenerlo.




 

Un pedacito de los dos





-Un pedacito de mi-

Un pedacito de mi me robas cada vez que tu rondar sigo.
Un pedacito de mi, a tu sombra nocturna, se va contigo.


-Con cada paso-

Sentí la arena fina mojada hundirse
con cada paso que sobre ella daba.
Te miré y por tu reír sé que me hablabas
y con tu frescor volvieron a cubrirse.


-Al pasar dos inviernos-

Volaron tus besos y pasaron dos inviernos
Suspiré al aire por ellos y volví a tenerlos.


-Los cerezos del lago-

En el lago vi reflejado a los cerezos llorando
porque alguien les contó de un amor soñado.
Al pronunciar su nombre sus pétalos me contaron
que bajo ellos, dos amores con un beso sellaron,
lo que la vida antes de conocerse les había dado.



domingo, 7 de marzo de 2021

 

A los sueños dile sí





-Mis pensamientos a tu fino contraluz-


Mis pensamientos a tu fino contraluz
con sombras de color de la mañana
donde los recuerdos son tus labios
que atrapan a los  míos como el mar al agua.

Mis pensamientos a tu fino contraluz
de rozarte sin tenerte y morderme la gana.

Mis latidos a tu mirada con hilos de lava
porque tu calor a mi frío apaga.
Mis pensamientos a tu fino contraluz
son los que a mi vida convierten en tu charca
en la que mojas tu manos para refrescar mi alma.

Mis sueños a tu  pasión
reciben a la noche a su llegada
para que tu reflejo consiga mi calma.
Mis pensamientos a tu suave besar
son los que nacen para morir
junto a las gotas en la tierra cansada.

Mis pensamientos a tu fino contraluz
perdidos en la madrugada
cubriendo con hojas tus desnudos pies
y sintiendo como tu sonrisa
a mi sonrisa vela hasta el nuevo alba.

Mis deseos a tu espalda desnuda
mojados por la niebla de la fría playa
secándote bajo la fina y cálida arena
escribiendo tu mirada a mi mirada.

Mis pensamientos a tu fino contraluz
de rozarte sin tenerte y morderme la gana.




-La calle 21-


Sonríes cuando paseas por la calle 21
y le dices a las gotas de lluvia dorada
que al mojar las hojas del joven fresno
sientan como acarician su mirada
y sean el dulce sueño de mi sueño.

Pisas los finos adoquines cuando te lloran
y caminas con tus pies desnudos llamándola
para contarle que cada noche de mayo
piensas cerrar los ojos y al saludarla
le dirás que por sus labios las lunas imploran.

Te sientas mojado en el banco de madera
y esperas a que llegue ese beso prometido
que sin tiempo y enloquecido
pregunta a cada anochecer
si ya queda poco para que llegue su destino.

viernes, 8 de enero de 2021

 


La tienda de estilográficas




     Moverse entre la muchedumbre con tanta prisa le ponía nervioso. Él mismo aceleraba el paso por imitación y parecía que llegaba tarde a todos sitios. La noche anterior había empezado a leer una novela donde las personas tenían que  hacer sacrificios por sobrevivir, y donde la sociedad cada vez era menos amable. Se paró un instante delante de un escaparate que le llamó la atención: exponían plumas estilográficas y bolígrafos antiguos. Creía que ese tipo de negocios ya no existía. Al lado de una de ellas había como un pergamino pequeño con unas letras que no distinguía bien a leer. La verdad es que al ver aquello le daban ganas de comprarse una y ponerse a escribir. Siguió caminando pero a los pocos pasos se paró y volvió a la tienda. Tenía que entrar y preguntar el precio de aquella estilográfica. Le entraron unas ganas terribles de comprarla.


     -¿Lo sientes?
     -¿El qué? No te entiendo.
     -¿No lo sientes... de verdad?
     -Bueno, siento tu aliento sobre mi boca y tu corazón latiendo muy fuerte.
    Rafa odiaba la simpleza. Tampoco es que él fuera muy complicado de entender; amaba la vida aunque también la odiaba a veces y suponía que a todos les pasaba lo mismo pero ser una tabla plana en los sentimientos y no mostrar calidez en las palabras ni en el tacto del roce o la mirada le hacía pensar lo que realmente buscaba la gente. Pero desde aquella tarde todo había cambiado.
     -¿No sientes nada más?
     -¿Te refieres a...?


     Al entrar notó un olor peculiar. Olor a papel viejo, a madera, a tinta, todo en una mezcla que le hizo respirar profundo y por un segundo cerrar los ojos. ¿Cómo era posible que nunca se hubiese fijado en aquella tienda? Él solía recorrer las tiendas cada fin  de semana. Por cierto, ni se había fijado en el letrero ni, por tanto, en el nombre del negocio. No era muy grande, pero si estaba llena de artículos y no es que estuvieran muy ordenados pero eso le gustaba. No había nadie pero enseguida apareció un chico muy joven y detrás de él una mujer de mediana edad.
    -Juanjo, coloca el pedido de aquella caja -dijo la mujer señalando al muchacho con la mirada -Buenas tardes -continuó- ¿En qué puedo ayudarle?
     -Pues he visto una pluma en el escaparate que me ha gustado y me gustaría saber qué precio tiene.
     -Es raro porque todas tienen el precio puesto, pero no se preocupe ahora se lo miro -dijo la señora con cara seria mientras miraba de nuevo al muchacho como si él fuera el culpable de que la pluma no tuviera el precio expuesto y salía de su pequeño mostrador.
     -Es cierto, no tiene el precio puesto -se disculpó la mujer- Ahora mismo no estoy segura del valor que tiene pero se lo miraré en la factura. Nos llegó ayer y la puso mi nieto, ¿sabe?, él me ayuda porque desde que murió mi esposo yo no doy a basto.
     -¿Y no estará escrito en el pequeño pergamino que está a su lado?
    -¿Eh, qué pergamino?¡Ah, este papel! Ni sé qué es. Pero parece decorativo. ¿Juanjo, cuando pusiste la pluma en el escaparate venía con este papelucho?
     El joven miró hacia ellos y levantó los hombros pero miró extrañamente al hombre.


     -Me refiero si sientes algo especial, algo interior. Excitarse es fácil pero es simple.
     -¿Fácil? ¡No es tan fácil! Y contigo menos.
     -Dice que pregunte.
     -¿Quién?
     -El pergamino.
     -Estás majareta. Lees demasiado y no estás bien.
     -Leí un pergamino, bueno, una especie de pergamino y ponía eso.
     -Ya, y tú le haces caso a un pergamino. Eres muy raro.
     -Somos raros; tú también. Y si no has sentido nada será porque no sientas nada.
     -Mira, tienes razón: no siento  nada porque se quitan las ganas.
     -El chico también.
     -¿El chico¿ ¿De qué chico me hablas?
    -Había un chico en la tienda. Cuando compré la estilográfica y leí el pergamino él me dijo que lo escribió una persona que sabía verdaderamente lo que era el amor.
    -No entiendo  nada de lo que me cuentas. No sé de qué chico me hablas, ni del pergamino ese ni preguntas raras. ¿Y qué va a saber un criajo o un papel del amor?
     -¿Entonces  no has sentido nada cuando te he cogido la mano y te he abrazado no?
   -Vete al carajo. Pareces idiota con tanta tontería esta. Yo necesito lo que necesito. La poesía romántica para los poetas locos.
   -Ellos, seguramente, son los que más saben de esto porque no les da vergüenza escribir lo que sienten.
     -Cursilerías. Tú hazle caso a un pergamino y a un chico mocoso. Yo tengo otras cosas que hacer.


     La señora cogió el pergamino del escaparate y la estilográfica y los llevó al mostrador. Estuvo mirando en una carpeta y luego en un cajón.
     -Bueno, no encuentro este modelo. Ahora no sé su precio, pero no debe ser muy cara. Espere que mire dentro. Es un segundo.
     -Sí, de acuerdo, no tengo prisa -sonrió el hombre.
     Cuando la  mujer entró en la trastienda el muchacho se acercó a él.
     -No tiene precio.
     -¿Perdona? -preguntó sorpresivo.
     -La pluma. No tiene precio.
     -¿Tan cara es?
    -No. No tiene porque no es comprada. Mi abuela no encontrará ninguna factura donde salga este modelo.
     -Ya, ¿pero entonces porqué la tenéis ahí en el escaparte?
     -Usted ha entrado por ella, ¿verdad?
     -Sí,  así es.
     -Pero en realidad no buscaba una estilográfica, pero aún así ha entrado y preguntado por ella.
     -No te entiendo. ¡Claro que quería una estilográfica! ¿Si no, para que iba a entrar?
     -Para saber que se siente.
    En ese instante el muchacho le cogió de una mano y con el otro brazo le dio un abrazo suave.             Después le miró a los ojos y se marchó a la trastienda también. Esto desconcertó al hombre porque no entendía nada. ¿A qué venía todo aquello? Por alguna extraña razón cogió el pergamino y leyó:   Abraza y pregunta: ¿lo sientes?


     -¿En serio te cogió de la mano y te abrazó?
     -Sí. Y te confieso que todavía siento su mano en la mía. Fue algo raro.
     -¿Y qué pasó después?
    -Volvió la señora y me dijo que no podía vendérmela porque no sabía el precio. Pero que podía elegir otra. Yo le dije que no importaba que volvería otro día y si ya sabía el precio y no la había vendido pues la compraría. Me regaló el  papel que ponía esa frase por las molestias.
     -¿Y el chico?
     -¿El chico qué?
     -Si salió de la trastienda, si lo viste de nuevo y te dio otro abrazo o la mano de nuevo...
     -No. Cogí el papel miré de nuevo la frase escrita en él pero lo dejé en el mostrador y me marché.
     -Tú eres muy tonto. Haces exageraciones y te pones muy trascendente. ¡Qué tontería todo eso, de verdad!
     -¿Sabes? Creo que me iré a dar una vuelta.

    Salió de la tienda muy pensativo. Rafa era un hombre de mediana edad que toda su vida había creído en el amor verdadero pero nunca lo había encontrado, o al menos lo que él creía que debía ser un amor de verdad. Al pisar la calle de  nuevo sintió algo diferente, sin poder explicar el qué, pero sí sabía que se sentía muy bien. Iría a ver a su novia y le haría la pregunta, por curiosidad. Ella no era muy cariñosa pero él también era muy pesado, con lo cual, lo ideal sería equilibrar un poco la balanza.Ahora se preguntaba si realmente estaba enamorado de ella o no y si ella lo estaba de él.
     Llegó a casa de la novia, ella le abrió la puerta y sin decir nada más le cogió de la mano al mismo tiempo que la abrazaba y le preguntó: ¿lo sientes?


     Su novia no le amaba, ahora lo sabía. Decidió dar una vuelta, no para lamentarse, si no porque en el fondo deseaba volver a la tienda. Había algo en ella de embrujo y deseaba ver de nuevo al muchacho para que le respondiera a algo. Aquel chico tenía un halo de misterio y todo aquello le parecía, cuanto menos, curioso.
     Al entrar de nuevo en la tienda "notó" otra energía, otro ambiente, incluso otro olor, no era el mismo. No le dio más importancia y se dirigió a la señora de antes.
     -Hola, señora. ¿Se acuerda de mí? Sé que es pronto para que usted haya averiguado el precio de la estilográfica pero como mi casa me pilla cerca he entrado por si había suerte.
     -Ah, sí. Le recuerdo -dijo la señora mientras le miraba muy ligeramente a los ojos- Pero lo cierto es que no he podido averiguar nada. Como habrá visto ya no la tengo en el escaparate. La he guardado en el almacén.
   -¿Y su nieto no podría intentar averiguar el precio? No sé, en alguna casa de estilográficas o almacenes o tal vez por internet... Yo de eso no entiendo mucho.
     -¿Mi nieto, de qué nieto me  habla?
     -Pues del chico joven... de su nieto.
     La mujer cerró un libro de cuentas en el que estaba anotando algo y miró fijamente a Rafa.
     -Debe estar confundido. Yo no tengo ningún nieto.


     -He vuelto para decirte que tengo la estilográfica que me gustaba.
     -¡Ah! pues mira que bien.
     -Y para decirte que me marcho. No estoy enamorado de ti. Me voy con el chico.
     -¿Pero qué estás hablando? ¿Te has vuelto loco o qué? Dúchate y te relajarás.
     -No lo entiendes, nunca entiendes nada. Me voy de tu lado, no estoy enamorado. Él me espera, él y los que aman.
     -Definitivo: estás majara perdido. No es la primera vez que haces algo así y luego vuelves. Todos los hombres luego vuelven. Su "cabeza" no da para más.
    -Se trata solo de amar. De eso tú conmigo nunca aprenderás y yo contigo tampoco. Pero él me enseñará porque el amor y amar también se enseña y se aprende y yo estoy dispuesto a hacerlo.
   -A tu edad ya deberías superar esto. ¿Piensas que alguien te va a querer como se hace en la adolescencia?
    -Se puede aprender aunque sea en el último día de tu vida. La adolescencia no tiene la exclusiva del amor. Puedes vivir cien vidas y nunca encontrar al amor de tu vida pero puedes hacerlo en un solo día.
     -Lees demasiado. Piensa por ti mismo y actúa en consecuencia.
     -Eso mismo es lo que hago y por eso mismo me alejo de ti. Suerte.


     -¡Pero si usted mismo me dijo que era su nieto! El chico que estaba esta mañana ayudándola y que gracias a él podía llevar la tienda porque su marido había fallecido.
     -Bueno, debe haberse confundido, señor. Yo estoy viuda sí, pero nunca tuve hijos.
    -Pero esto es algo extraño. Yo lo vi. Incluso cuando usted se fue detrás a mirar el precio de la pluma él me dio la mano y me abrazó.
    -Estaría ensoñando, señor -contestó la señora con una sonrisa- Le repito que no tengo ningún nieto.      -¿Desea algo más?
    Rafa no salía del asombro. Estaba seguro de que había un muchacho la primera que entró en la tienda. Apenas podía articular palabra.
     -Bueno, no sé que decir. ¿Es posible que me lleve la pluma? Dígame un precio razonable.
    -Estuve mirándola después de marcharse usted. Es antigua y muy rara y si le digo la verdad no recordaba ni tenerla. No sé cómo ha llegado aquí.
     Después de unos momentos de reflexión dijo la señora:
     -Mire, el precio será el doble de la más barata, ¿qué le parece?
     -Bueno, me parece bien. De acuerdo.


   Se sentía liberado. Podía respirar de nuevo sin esa carga que se siente cuando se convive con alguien pero no le amas. Todo se sentía mejor. Y encima tenía la estilográfica. La señora había sido, finalmente muy amable, y se la había dejado barata. Esa noche pensaba dormir muy bien.
    Al llegar a la esquina de su casa el corazón le empezó a palpitar de manera exagerada. Se mareó y todo empezó a nublarse. Al fondo divisó una figura que le resultaba conocida. Llegó a él y era el muchacho que había visto en la tienda.¡No podía ser! Le dio la mano como la primera vez, le abrazó igual, incluso algo más tierno, y le preguntó:
     -¿Lo sientes?
     -Sí, si lo siento. Ahora sí.
     -Entonces ya puedes venir conmigo.