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Este blog personal es solo eso: personal. No pretendo nada más que escribir sobre libros, autores y mis pensamientos literarios y poéticos y también sobre mis canciones favoritas. También en las páginas de Mi Arte y Recuerdos explico, con fotos, algo más de mí. En la página de Visitas España al blog pongo las banderas de las provincias españolas que me han visitado y una breve historia sobre la capital de cada provincia. De igual forma hago en la página Visitas países al blog, con la bandera del país y una breve historia sobre el mismo. Yo disfruto al máximo al escribir este blog y espero y deseo que los que entren y lo lean hagan lo mismo.

sábado, 28 de febrero de 2015

Relatos cortos (II)


La tienda de estilográficas




     Moverse entre la muchedumbre con tanta prisa le ponía nervioso. Él mismo aceleraba el paso por imitación y parecía que llegaba tarde a todos sitios. La noche anterior había empezado a leer una novela donde las personas tenían que  hacer sacrificios por sobrevivir, y donde la sociedad cada vez era menos amable. Se paró un instante delante de un escaparate que le llamó la atención: exponían plumas estilográficas y bolígrafos antiguos. Creía que ese tipo de negocios ya no existía. Al lado de una de ellas había como un pergamino pequeño con unas letras que no distinguía bien a leer. La verdad es que al ver aquello le daban ganas de comprarse una y ponerse a escribir. Siguió caminando pero a los pocos pasos se paró y volvió a la tienda. Tenía que entrar y preguntar el precio de aquella estilográfica. Le entraron unas ganas terribles de comprarla.


     -¿Lo sientes?
     -¿El qué? No te entiendo.
     -¿No lo sientes... de verdad?
     -Bueno, siento tu aliento sobre mi boca y tu corazón latiendo muy fuerte.
    Rafa odiaba la simpleza. Tampoco es que él fuera muy complicado de entender; amaba la vida aunque también la odiaba a veces y suponía que a todos les pasaba lo mismo pero ser una tabla plana en los sentimientos y no mostrar calidez en las palabras ni en el tacto del roce o la mirada le hacía pensar lo que realmente buscaba la gente. Pero desde aquella tarde todo había cambiado.
     -¿No sientes nada más?
     -¿Te refieres a...?


     Al entrar notó un olor peculiar. Olor a papel viejo, a madera, a tinta, todo en una mezcla que le hizo respirar profundo y por un segundo cerrar los ojos. ¿Cómo era posible que nunca se hubiese fijado en aquella tienda? Él solía recorrer las tiendas cada fin  de semana. Por cierto, ni se había fijado en el letrero ni, por tanto, en el nombre del negocio. No era muy grande, pero si estaba llena de artículos y no es que estuvieran muy ordenados pero eso le gustaba. No había nadie pero enseguida apareció un chico muy joven y detrás de él una mujer de mediana edad.
    -Juanjo, coloca el pedido de aquella caja -dijo la mujer señalando al muchacho con la mirada -Buenas tardes -continuó- ¿En qué puedo ayudarle?
     -Pues he visto una pluma en el escaparate que me ha gustado y me gustaría saber qué precio tiene.
     -Es raro porque todas tienen el precio puesto, pero no se preocupe ahora se lo miro -dijo la señora con cara seria mientras miraba de nuevo al muchacho como si él fuera el culpable de que la pluma no tuviera el precio expuesto y salía de su pequeño mostrador.
     -Es cierto, no tiene el precio puesto -se disculpó la mujer- Ahora mismo no estoy segura del valor que tiene pero se lo miraré en la factura. Nos llegó ayer y la puso mi nieto, ¿sabe?, él me ayuda porque desde que murió mi esposo yo no doy a basto.
     -¿Y no estará escrito en el pequeño pergamino que está a su lado?
    -¿Eh, qué pergamino?¡Ah, este papel! Ni sé qué es. Pero parece decorativo. ¿Juanjo, cuando pusiste la pluma en el escaparate venía con este papelucho?
     El joven miró hacia ellos y levantó los hombros pero miró extrañamente al hombre.


     -Me refiero si sientes algo especial, algo interior. Excitarse es fácil pero es simple.
     -¿Fácil? ¡No es tan fácil! Y contigo menos.
     -Dice que pregunte.
     -¿Quién?
     -El pergamino.
     -Estás majareta. Lees demasiado y no estás bien.
     -Leí un pergamino, bueno, una especie de pergamino y ponía eso.
     -Ya, y tú le haces caso a un pergamino. Eres muy raro.
     -Somos raros; tú también. Y si no has sentido nada será porque no sientas nada.
     -Mira, tienes razón: no siento  nada porque se quitan las ganas.
     -El chico también.
     -¿El chico¿ ¿De qué chico me hablas?
    -Había un chico en la tienda. Cuando compré la estilográfica y leí el pergamino él me dijo que lo escribió una persona que sabía verdaderamente lo que era el amor.
    -No entiendo  nada de lo que me cuentas. No sé de qué chico me hablas, ni del pergamino ese ni preguntas raras. ¿Y qué va a saber un criajo o un papel del amor?
     -¿Entonces  no has sentido nada cuando te he cogido la mano y te he abrazado no?
   -Vete al carajo. Pareces idiota con tanta tontería esta. Yo necesito lo que necesito. La poesía romántica para los poetas locos.
   -Ellos, seguramente, son los que más saben de esto porque no les da vergüenza escribir lo que sienten.
     -Cursilerías. Tú hazle caso a un pergamino y a un chico mocoso. Yo tengo otras cosas que hacer.


     La señora cogió el pergamino del escaparate y la estilográfica y los llevó al mostrador. Estuvo mirando en una carpeta y luego en un cajón.
     -Bueno, no encuentro este modelo. Ahora no sé su precio, pero no debe ser muy cara. Espere que mire dentro. Es un segundo.
     -Sí, de acuerdo, no tengo prisa -sonrió el hombre.
     Cuando la  mujer entró en la trastienda el muchacho se acercó a él.
     -No tiene precio.
     -¿Perdona? -preguntó sorpresivo.
     -La pluma. No tiene precio.
     -¿Tan cara es?
    -No. No tiene porque no es comprada. Mi abuela no encontrará ninguna factura donde salga este modelo.
     -Ya, ¿pero entonces porqué la tenéis ahí en el escaparte?
     -Usted ha entrado por ella, ¿verdad?
     -Sí,  así es.
     -Pero en realidad no buscaba una estilográfica, pero aún así ha entrado y preguntado por ella.
     -No te entiendo. ¡Claro que quería una estilográfica! ¿Si no, para que iba a entrar?
     -Para saber que se siente.
    En ese instante el muchacho le cogió de una mano y con el otro brazo le dio un abrazo suave.             Después le miró a los ojos y se marchó a la trastienda también. Esto desconcertó al hombre porque no entendía nada. ¿A qué venía todo aquello? Por alguna extraña razón cogió el pergamino y leyó:   Abraza y pregunta: ¿lo sientes?


     -¿En serio te cogió de la mano y te abrazó?
     -Sí. Y te confieso que todavía siento su mano en la mía. Fue algo raro.
     -¿Y qué pasó después?
    -Volvió la señora y me dijo que no podía vendérmela porque no sabía el precio. Pero que podía elegir otra. Yo le dije que no importaba que volvería otro día y si ya sabía el precio y no la había vendido pues la compraría. Me regaló el  papel que ponía esa frase por las molestias.
     -¿Y el chico?
     -¿El chico qué?
     -Si salió de la trastienda, si lo viste de nuevo y te dio otro abrazo o la mano de nuevo...
     -No. Cogí el papel miré de nuevo la frase escrita en él pero lo dejé en el mostrador y me marché.
     -Tú eres muy tonto. Haces exageraciones y te pones muy trascendente. ¡Qué tontería todo eso, de verdad!
     -¿Sabes? Creo que me iré a dar una vuelta.

    Salió de la tienda muy pensativo. Rafa era un hombre de mediana edad que toda su vida había creído en el amor verdadero pero nunca lo había encontrado, o al menos lo que él creía que debía ser un amor de verdad. Al pisar la calle de  nuevo sintió algo diferente, sin poder explicar el qué, pero sí sabía que se sentía muy bien. Iría a ver a su novia y le haría la pregunta, por curiosidad. Ella no era muy cariñosa pero él también era muy pesado, con lo cual, lo ideal sería equilibrar un poco la balanza.Ahora se preguntaba si realmente estaba enamorado de ella o no y si ella lo estaba de él.
     Llegó a casa de la novia, ella le abrió la puerta y sin decir nada más le cogió de la mano al mismo tiempo que la abrazaba y le preguntó: ¿lo sientes?


     Su novia no le amaba, ahora lo sabía. Decidió dar una vuelta, no para lamentarse, si no porque en el fondo deseaba volver a la tienda. Había algo en ella de embrujo y deseaba ver de nuevo al muchacho para que le respondiera a algo. Aquel chico tenía un halo de misterio y todo aquello le parecía, cuanto menos, curioso.
     Al entrar de nuevo en la tienda "notó" otra energía, otro ambiente, incluso otro olor, no era el mismo. No le dio más importancia y se dirigió a la señora de antes.
     -Hola, señora. ¿Se acuerda de mí? Sé que es pronto para que usted haya averiguado el precio de la estilográfica pero como mi casa me pilla cerca he entrado por si había suerte.
     -Ah, sí. Le recuerdo -dijo la señora mientras le miraba muy ligeramente a los ojos- Pero lo cierto es que no he podido averiguar nada. Como habrá visto ya no la tengo en el escaparate. La he guardado en el almacén.
   -¿Y su nieto no podría intentar averiguar el precio? No sé, en alguna casa de estilográficas o almacenes o tal vez por internet... Yo de eso no entiendo mucho.
     -¿Mi nieto, de qué nieto me  habla?
     -Pues del chico joven... de su nieto.
     La mujer cerró un libro de cuentas en el que estaba anotando algo y miró fijamente a Rafa.
     -Debe estar confundido. Yo no tengo ningún nieto.


     -He vuelto para decirte que tengo la estilográfica que me gustaba.
     -¡Ah! pues mira que bien.
     -Y para decirte que me marcho. No estoy enamorado de ti. Me voy con el chico.
     -¿Pero qué estás hablando? ¿Te has vuelto loco o qué? Dúchate y te relajarás.
     -No lo entiendes, nunca entiendes nada. Me voy de tu lado, no estoy enamorado. Él me espera, él y los que aman.
     -Definitivo: estás majara perdido. No es la primera vez que haces algo así y luego vuelves. Todos los hombres luego vuelven. Su "cabeza" no da para más.
    -Se trata solo de amar. De eso tú conmigo nunca aprenderás y yo contigo tampoco. Pero él me enseñará porque el amor y amar también se enseña y se aprende y yo estoy dispuesto a hacerlo.
   -A tu edad ya deberías superar esto. ¿Piensas que alguien te va a querer como se hace en la adolescencia?
    -Se puede aprender aunque sea en el último día de tu vida. La adolescencia no tiene la exclusiva del amor. Puedes vivir cien vidas y nunca encontrar al amor de tu vida pero puedes hacerlo en un solo día.
     -Lees demasiado. Piensa por ti mismo y actúa en consecuencia.
     -Eso mismo es lo que hago y por eso mismo me alejo de ti. Suerte.


     -¡Pero si usted mismo me dijo que era su nieto! El chico que estaba esta mañana ayudándola y que gracias a él podía llevar la tienda porque su marido había fallecido.
     -Bueno, debe haberse confundido, señor. Yo estoy viuda sí, pero nunca tuve hijos.
    -Pero esto es algo extraño. Yo lo vi. Incluso cuando usted se fue detrás a mirar el precio de la pluma él me dio la mano y me abrazó.
    -Estaría ensoñando, señor -contestó la señora con una sonrisa- Le repito que no tengo ningún nieto.      -¿Desea algo más?
    Rafa no salía del asombro. Estaba seguro de que había un muchacho la primera que entró en la tienda. Apenas podía articular palabra.
     -Bueno, no sé que decir. ¿Es posible que me lleve la pluma? Dígame un precio razonable.
    -Estuve mirándola después de marcharse usted. Es antigua y muy rara y si le digo la verdad no recordaba ni tenerla. No sé cómo ha llegado aquí.
     Después de unos momentos de reflexión dijo la señora:
     -Mire, el precio será el doble de la más barata, ¿qué le parece?
     -Bueno, me parece bien. De acuerdo.


   Se sentía liberado. Podía respirar de nuevo sin esa carga que se siente cuando se convive con alguien pero no le amas. Todo se sentía mejor. Y encima tenía la estilográfica. La señora había sido, finalmente muy amable, y se la había dejado barata. Esa noche pensaba dormir muy bien.
    Al llegar a la esquina de su casa el corazón le empezó a palpitar de manera exagerada. Se mareó y todo empezó a nublarse. Al fondo divisó una figura que le resultaba conocida. Llegó a él y era el muchacho que había visto en la tienda.¡No podía ser! Le dio la mano como la primera vez, le abrazó igual, incluso algo más tierno, y le preguntó:
     -¿Lo sientes?
     -Sí, si lo siento. Ahora sí.
     -Entonces ya puedes venir conmigo.



lunes, 9 de febrero de 2015

El mester de clerecía y el mester de juglaría


Clérigos y juglares


Gonzalo de Berceo
Gonzalo de Berceo (1198? - 1264?), máximo representante del mester de clerecía.

Durante la época de la Edad Media, de los siglos XII al XIV, sobre todo, había tres  mesteres: el de clerecía, el de juglaría, y el menos conocido, el mester de cortesía. Este último era un tipo de literatura que se enseñaba en la corte para formar nobles, políticos y cortesanos y siempre utilizó la prosa. Muchos escritos de Don Juan Manuel (1282-1348), autor de El conde Lucanor, responden a este mester. El mester de clerecía (siglos XIII y XIV) eran clérigos (no necesariamente monjes) y eran personas muy cultas que sabían latín y que decidieron escribir en castellano con  la intención de transmitir sus conocimientos a la gente llana de la época. Los juglares, sin embargo, transmitían sus conocimientos de forma oral, con actuaciones y música en plazas y calles de los pueblos, y ya en el siglo XII se  nombra al mester de juglaría. 


  • Siglo XII (El mester de juglaría. Los Cantares de Gesta. El Poema de Mio Cid. Las Cantigas)
Juglares de la Edad Media
Los juglares eran del oficio del
mester de juglaría. Ellos narraban
de forma oral las grandes gestas
de los  héroes medievales.
En el siglo XII prolifera el oficio de mester de juglaría que a través de los juglares difundían la cultura épica o lírica de una forma oral. Se menciona por primera vez a los juglares hacia el año 1116, época en que aparecen los juglares de León. Recitaban, cantaban y tocaban instrumentos musicales o no recorriendo las tierras españolas y ofreciendo su arte a gentes de los pueblos, en principio a gente inculta, y más tarde a  nobles y reyes para su divertimento. Lo hacían en un lenguaje sencillo y popular. Nacen las cantigas, poemas de la cultura popular gallego-portuguesa a la cual se le añadía música para ser cantadas. La más antigua que se conserva es la Cantiga de Ribeiriña, de 1189. Este fue un siglo de transición entre el final de la Alta Edad Media y comienzo de la Baja Edad Media.

En sus espectáculos recitados o cantados (donde también solían haber malabaristas y acróbatas) ensalzaban la figura del héroe relatando sus grandes hazañas. Estas se basaban, sobre todo, en las luchas, guerras y batallas de los héroes castellanos contra los musulmanes. Dichas batallas fueron recogidas en los Cantares de Gesta y que los juglares se encargaron de difundir oralmente. Los Cantares de Gesta son obras anónimas escritas en una métrica regular, con versos de 14, 16 o 17 sílabas, que se dividían en dos hemistiquios con series monorrimas.El único cantar casi completo que ha llegado hasta nosotros es el El Poema de Mio Cid al cual le faltan la primera hoja y dos más del interior. En él se narran las hazañas y gestas de don Rodrigo Díaz de VivarEl Cid Campeador. Otros están incompletos como el Cantar de Roncesvalles o el Poema de los Infantes de Lara. Hay otros perdidos como el Poema de Bernardo del Carpio, El Cantar de Sancho II, El Poema de Fernán González La leyenda de don Rodrigo. Posteriormente los cantares de gesta se fueron fraccionando en pequeños poemas llamados Romances.


  • Siglo XIII (El mester de clerecía. Gonzalo de Berceo. Alfonso X el Sabio y la prosa medieval castellana)

Las personas que pertenecían a éste mester eran cultas, con la máxima educación de la época, que sabían latín y a los que se les denominaba clérigos, aunque no necesariamente fuesen monjes. Utilizaban para su literatura exclusivamente la composición poética llamada cuaderna vía, una estrofa compuesta por cuatro versos alejandrinos (14 sílabas) con la misma rima consonante (monorrimos) en dichos versos.

La finalidad del conjunto de obras y autores del mester de clerecía fue instruir y dejar sus conocimientos de forma escrita para las gentes. Respetaban mucho los libros y se decidieron a escribir en la nueva lengua vulgar (el castellano) ya que hasta entonces se hacía exclusivamente en latín. Sus obras son casi siempre religiosas, inspiradas en Grecia y Roma, con un lenguaje muy cuidado y culto. Lo hacen en verso y en el formato de cuaderna vía. Sus poetas o autores más representativos son Gonzalo de Berceo y el Arcipreste de Hita.

Mester de Clerecía
Los clérigos del mester de clerecía
transmitían sus conocimientos a
través de obras escritas y no de
forma oral como hacían los juglares
del mester de juglaría.
Con la llegada del siglo XIII llega también la prosa castellana de manos de Alfonso X el Sabio, rey de Castilla de 1252 hasta su muerte en 1284, y máximo exponente cultural y literario de este siglo. Alfonso X el Sabio nació en Toledo en 1221. Su vida estuvo llena de guerras, aspiraciones fracasadas al trono de Alemania y rebeliones al poder de su hijo Sancho IV pero también estuvo llena de cultura y literatura. Consiguió con su amplia reforma del castellano introducirlo como principal medio cultural hablado y escrito consiguiendo que el latín perdiera toda su fuerza. Alfonso X supo rodearse de un buen equipo de sabios de todas partes del mundo conocido donde le tradujeron muchos libros científicos y obras de la literatura universal.

Escribió libros de historia como la Generale Grande Estoria. Confeccionó obras jurídicas como Las Partidas que era un tratado de derecho romano que, finalmente, sustituyó al derecho germánico que imperaba entonces. Fue el autor de las famosas Cantigas de Santa María. Las Cantigas proceden de finales del siglo XII y pertenecían a la poesía popular gallega y portuguesa a la que se les añadía música para poder ser cantadas por juglares y trovadores. A pesar de que Alfonso X era castellano las compuso en gallego-portugués, lengua origen de estas bellas composiciones. También escribió obras científicas como Libros de el saber de Astronomía) o de entretenimiento como Libros de ajedrez, dados y tablas escrito en 1283, un año antes de su muerte.

Manuscrito de Milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo
Manuscrito de Milagros
de Nuestra Señora
de
Gonzalo de Berceo.
También en este siglo surge con fuerza el oficio del mester de clerecía donde los clérigos, siguiendo la forma de los juglares, se encargaban de transmitir de forma escrita sus códices monacales que hasta entonces estaban escritos en latín y dirigidos al pueblo que era todavía inculto e iletrado. Había pues dos oficios literarios en la edad media: el mester de  juglaría y el mester de clerecía. Los dos se encargaban de transmitir la poesía épica y la poesía lírica. Los primeros de forma oral; los segundos de forma escrita. Pero los clérigos usaron a los juglares para la mayor y más completa difusión de sus obras. Sus temas eran religiosos y relatos de origen clásico.

 El autor más conocido y principal representante del mester de clerecía fue Gonzalo de Berceo (1197?-1264?). Su obra más conocida es Milagros de Nuestra Señora, escrita hacia el 1260, pocos años antes de su muerte. Se trata de una compilación de exemplos que relatan veinticinco milagros de la Virgen María. Están escritos en un dialecto riojano que era mezcla de castellano y vascuence.

Dentro de los religiosos cabe destacar en este siglo al fraile franciscano y misionero mallorquín Ramón Llull (1232-1315), apodado Doctor Iluminado (Doctor Illuminatus)que fue filósofo, místico, poeta y teólogo. Fue uno de los primeros en usar una lengua neolatina  para expresar sus conocimientos. Se le considera el creador del catalán literario ya que muchas de sus 280 obras reconocidas están escritas o en catalán o en árabe. Dentro de ellas cabe destacar, Blanquerna, Libro del gentil y los tres sabios, Vida coetánea (una autobiografía tomada al dictado por sus discípulos), Libro del ascenso y descenso del entendimiento, El libro del fin o El Árbol de la Ciencia, una verdadera enciclopedia en varios volúmenes.


  • Siglo XIV (El Libro de Buen Amor. El Conde Lucanor)
El Arcipreste de Hita
El Arcipreste de Hita.
Su nombre era Pero
Juan Rois, (Juan Ruiz).
Nació hacia 1283 y
murió en 1350.
Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, y el infante don Juan Manuel son los dos grandes autores de este siglo. El primero escribió El Libro de Buen Amorel segundo El Conde Lucanor. Son las dos obras más representativas de todo el siglo XIV. Otro autor importante del XIV fue Pedro López de Ayala con su obra El Libro Rimado de Palacio escrito alrededor de 1380 y que se compone de unos 8.200 versos escritos en su mayoría en cuaderna vía. 


El Arcipreste de Hita

El Arcipreste de Hita nació hacia finales del siglo XIII, entre 1281 y 1285. Su año exacto no se sabe. La de su muerte sí; esta ocurrió en 1350 en Guadalajara. El lugar de nacimiento también es dudoso aunque lo más probable es que naciera en Alcalá de Henares, Madrid. Fue Arcipreste de Hita, Guadalajara, cargo por el que fue nombrado en 1310. El  Arzobispo de Toledo, Gil de Albornoz, le mandó encarcelar hacia el año 1339-1342 lo que afectó gravemente en su salud. Los motivos no son claros pero seguramente fue por sus devaneos amorosos agravados por el hecho de ser clérigo y pertenecer al mester de clerecía.

El Libro de Buen Amor

Manuscrito del Libro de buen Amor
Manuscrito del Libro de
Buen Amor
El Libro de Buen Amor consta de más de 7.000 versos repartidos en 1728 estrofas. En la obra está representada toda la sociedad española de entonces, tal y como dice Ramón Menéndez Pelayo  el cual fue el que propuso que se le pusiese a la obra Libro de Buen Amor tal y como ya había sugerido el  hispanista alemán Ferdinand J. Wolf en 1859. Hay que decir que el Arcipreste de Hita no puso título a su obra tal y como era costumbre de la época. La obra trata, relatada en primera persona, sobre la ficticia autobiografía del propio autor y sus fracasos amorosos aunque hay otro tipo de relatos satíricos y líricos.


En ella hay apólogos, loores a la Virgen, fábulas, pastorelas o serranas, cantigas de ciegos y de escolares, sermones y reflexiones sobre el poder del dinero, el amor de las mujeres, etc... La métrica  es irregular aunque es la cuardena vía la más utilizada, es decir, versos alejandrinos de catorce sílabas. También se le llama tetrástrofo monorrimo. Se conservan trés códices del Libro de Buen Amor: el manuscrito S o de Salamanca que se conserva en la biblioteca del Palacio Real, el manuscrito T o de Toledo que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid y el manuscrito G o de Gayoso que se conserva actualmente en la Real Academia Española.


El infante don Juan Manuel

El infante don Juan Manuel
El infante don
Juan Manuel según
un retablo que se
conserva en la
catedral de Murcia.
El infante don Juan Manuel fue el autor de la obra El Conde Lucanor. Era nieto de Fernando III el Santo, sobrino de Alfonso X el Sabio, primo hermano de Sancho IV el Bravo y tio segundo de Fernando IV el Emplazado. Toda su vida estuvo marcada por sus luchas contra los musulmanes y huestes aragonesas y navarras y pactos y traiciones con reyes y nobles y con los propios árabes que combatía. Nació en Toledo en 1282 y falleció en Córdoba en 1348 siendo enterrado en el monasterio de Predicadores de Peñafiel en Valladolid. 

Se casó tres veces: la primera con la infanta de Mallorca, Doña Isabel, en 1299 que falleció dos años más tarde. La segunda lo hizo con la infanta Constanza, hija del rey Jaime II de Aragón, en 1313 con la que tuvo tres hijos. Ella murió en 1327. Su tercer matrimonio fue con Blanca de la Cerda, bisnieta de Alfonso X el Sabio, con la que tuvo dos hijos: Fernando y Juana. El hijo de Fernando llegaría a ser rey de Castilla con el  nombre de Juan I. 

Toda su vida, desde su nacimiento estuvo marcada por las guerras y su ansia de poder que le hizo traicionar y luchar contra reyes y gente de la nobleza. Pero aún así u producción literaria fue considerable y fue en los últimos años de su vida donde más se dedicó de lleno.Fue uno de los hombres más ilustrados de su época teniendo a su tío, Alfonso X el Sabio como referencia, aunque usa más la prosa inventiva sin textos traducidos previamente. 

El Conde Lucanor

El Conde Lucanor o también llamado Libro de Patronio es la obra maestra, sin duda, del Infante don Juan Manuel, la que le coloca en la cumbre de la literatura castellana de la época. Comprende una colección extensa de apólogos o cuentos, de fondo moral, que el autor terminó en 1335, trece años antes que la famosa peste de Florencia inspirase a Boccaccio en su Decamerón, y que empezó a escribirlos en 1300. El conde de Lucanor propone, en cada uno de los apólogos, a su sabio consejero Patronio, un problema moral o social. El sabio Patronio lo resuelve siempre de un modo alegórico. La colección de cuentos es muy variada por la naturaleza de los mismos y por su procedencia.

Comprende desde fábulas esópicas y orientales hasta parábolas, alegorías o cuentos satíricos. El Infante don Juan Manuel se inspiró, entre otras, en Las Fábulas de Esopo; Historia Natural de Plinio; Las Fábulas de Fedro; el libro árabe Las cuarenta mañanas y las cuarenta noches; el Evangelio de San Lucas o la Crónica de Fernán González. Estos apólogos sirvieron, a su vez, de fuente de inspiración a escritores como Cervantes (El retablo de las maravillas), Shakespeare  (La fierecilla domada), Calderón de la Barca (La vida es sueño) y fabulistas como Gil Vicente o La Fontaine.





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sábado, 7 de febrero de 2015

Mis poemas (XX)


Los colores en el mes que nació enero





-Nací para tí-

Ámame como la tierra a la lluvia;
nací para ti en la luna creciente.
Nací para ti en la mañana de enero;
ámame como gotas a corriente
buscando a su mar en su desespero.

Nací solamente para ti,
como el frío ama al hielo
o como ese rayo de sol
que persigue a otro en su vuelo.

Ámame como la mirada a la piel,
que yo nací para ti;
ya no busques en tu caminar,
que yo nací para ti;
para ser tu despertar.

Nací para ser tuyo; tu deseo,
como el río cuando nace
que desea morir abrazado
y entregarse a un día nuevo.

Ámame y sé mi juventud
porque el alma no envejece,
que yo nací para ti
y lo hice en el año oscuro,
para que tú fueras mi luz.


-Los colores de enero-

¡Deja que mire los colores...!
Y que el mar me traiga tu nombre,
que escuche las notas del valle...
que mire tu reflejo tras la pisada...
que oiga como me llamas
tras beber esas gotas de agua
que de tus labios nacen
al besar las hojas que mueren
para nacer de nuevo en tus ramas.

A cada paso por la solitaria calle
siento tu mirada a mi mirada clavada
y ese olor al recordar tu alma mojada
riñe sonriente al frío aire de enero
y le pide cabizbajo que sea viejo,
que los árboles siempre lloran
para que sus nobles sombras
puedan ser primavera de nuevo...
y que no se retrasen ni lleguen tarde
y al sol, a ese sol de enero, entretenerlo.