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Este blog personal es solo eso: personal. No pretendo nada más que escribir sobre libros, autores y mis pensamientos literarios y poéticos y también sobre mis canciones favoritas. También en las páginas de Mi Arte y Recuerdos explico, con fotos, algo más de mí. En la página de Visitas España al blog pongo las banderas de las provincias españolas que me han visitado y una breve historia sobre la capital de cada provincia. De igual forma hago en la página Visitas países al blog, con la bandera del país y una breve historia sobre el mismo. Yo disfruto al máximo al escribir este blog y espero y deseo que los que entren y lo lean hagan lo mismo.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Mis poemas XXIV


A escondidas del otoño





-Solo cuando despierto-


Solo sonríen tus ojos negros dormidos
y me hablan en aquel cálido mar.
Solo tú eres capaz de vivir para amar
bajo el abrazo de los viejos olivos.

Es al despertar que te siento como siento a la joven brisa
es al dejar de soñar que sueño como a mi boca perderte
y huelo tu imagen empañada en el vaho de tu sonrisa
para que en la hora siguiente riña al sol por no tenerte.

No esperes a que te hablen las gotas,
esas que llevan tu sudor a mi sudor,
esas que hacen brillar a aquellas notas
que un día se mezclaron por el amor.

Dile a la noche que se bañe tarde en tus lágrimas saladas
que no espere a que las estrellas mueran al nacer el día.
Dile que sus sombras a tu sombra engalane, y sus hadas,
a tus manos acaricie como el mar a sus olas su piel sentía.

Solo entre la violeta brisa que muere
consigo sentir tus palabras anaranjadas
Solo cuando tu rojo respirar espere
tus almas vivas ya no estarán atrapadas.

Es al cerrar los ojos que oigo tu voz que a mi voz le calla
y le pide que cante al silencio y recite a los poetas negros
Es al ver los senderos que nacen bajo los blancos cedros
que te siento, te sueño, te huelo y a mi alma tu sabor engaña.

No te bañes más en la fresca laguna
ni te mojes el corazón con su reflejo.
Solo sé mi aire y mírame en el espejo
para que te bese a la luz de la luna.




jueves, 5 de noviembre de 2015

La literatura griega y romana en sus comienzos


La herencia literaria de Grecia  y Roma



Ulises y los cantos de las sirenas
En la Odisea Ulises se hizo atar al mástil del navío para no ser arrastrado por los seductores cantos de las sirenas.



La influencia de Grecia y Roma en Europa occidental, sobre todo, en todos los aspectos, es evidente. Y en la literatura europea, y por tanto en la española, esta influencia es más que notable. Está llena de grandes  poemas épicos griegos, los más importantes la Ilíada y la Odisea, atribuidos a Homero; de poesía lírica romana, con la Eneida como obra más influyente y a su autor, Virgilio, como su mayor representante; con grandes autores, en general, de teatro, como Esquilo, Sófocles o Plauto, y excelentes oradores y literatos como Cicerón,  sin olvidarse a los grandes pensadores y su gran legado.


La Ilíada y la Odisea de Homero

Los textos más antiguos de la literatura griega son los dos grandes poemas épicos atribuidos a Homero (s. VIII a. C.) la Ilias (Ilíada) y la Odiseia (Odisea). La primera narra la guerra de Troya y la segunda las aventuras que corrió el héroe griego Odiseo (Ulises) de regreso después de la guerra de Troya. Ambos poemas fueron compuestos de forma oral y atribuidos, en principio, a Homero. Solo mucho tiempo después fueron recogidos por escrito. 

La Ilíada es el poema épico más antiguo. El tema central es la furia y cólera de Aquiles, hijo de Peleo y la nereida Tetis, aunque también se describe el culto a los muertos y a distintas tradiciones religiosas locales. El argumento es el sitio de Troya por diversos reyes griegos y la toma de la ciudad. Se describen vivas batallas, reuniones de jefes de ambos bandos, así como pasajes muy emotivos, como la muerte de Patroclo, amigo de Aquiles, la despedida de Héctor y Andrómaca, la petición por parte de Príamo sobre el cadáver de Héctor, su hijo, etc.

En la Odisea se relata el viaje de regreso de Ulises a Ítaca, tras su participación en la guerra de Troya. A diferencia de la Ilíada, consta de varios episodios, que son por lo general inconexos, en los que se describen las peripecias y aventuras del héroe hasta su isla natal. Los episodios más conocidos son los del cíclope, el de la diosa Circe, la cual convierte a los humanos en animales, el canto de las sirenas y el de Penélope, esposa del héroe, que deshace por la noche la labor de su telar para posponer el cumplimiento de su boda con el pretendiente que elija. En la Odisea hay una intención moralizadora que no existe en la Ilíada. En ésta los dioses manejan la vida de los mortales a su antojo. En la otra los humanos son los únicos responsables de sus actos, y por lo tanto, recibirán el premio o castigo en consecuencia.


Hesíodo. Teogonía.

Hesíodo
Hesíodo nació hacia
mitad del siglo VIII a.C.
o la primera del siglo
VII a. C.
En aquella época tan remota se fue originando además otro género poético, el "didáctico" o "didascálico", del cual el ejemplo más antiguo que nos queda es el poema los Trabajos y Días (Erga kai emarai) de Hesíodo, otro de los grandes poetas clásicos helenos. En él se expone las reglas que ha de seguir, según las estaciones del año, el buen labriego,  y se da una lista de los días que, conforme a las supersticiones de aquellos tiempos, se consideraban favorables o desfavorables para las diversas faenas. Otros poemas parecidos que contenían reglas sobre la conducta ética o religiosa, y otro, atribuido igualmente a Hesíodo es el llamado la Teogonía (Theogonia) o Del origen de los dioses, en el que se describe el principio del mundo y el nacimiento de las divinidades.

Casi todo lo que se sabe de este poeta lo ha dicho él mismo en sus dos obras principales referidas antes: Teogonía y los Trabajos y Días. Era un campesino, hijo de un comerciante de Cime (la Cumas asiática) establecido en Ascra, donde seguramente nació y vivió Hesíodo. Ascra era una pequeña aldea beocia, pobre, pero vecina de Tespias, un centro cultural importante, no lejos de Tebas, y situada al pie del monte Helicón. En Tespias había muchos certámenes poéticos vinculados, sobre todo, al culto de las Musas.

Tenía un hermano, Perses, con el que pleiteó para defender parte de la herencia paterna. No obstante, la posición económica de Hesíodo era suficiente -teniendo en cuenta las condiciones de pobreza de su aldea- como para poseer tierra y utensilios de labranza para cultivarla, así como para conocer y aconsejar la mejor estación y los días de cultivo.

De su carrera profesional solo se sabe que viajó a Calcis -fue la única ocasión en la que abandonó su aldea- para participar en una competición poética. En ese Certamen, que se redactó luego como obra del mismo título en el siglo II d. C, lo hace contrincante nada menos que del mismo Homero. Se celebró con motivo de los juegos fúnebres en honor de Anfidamante. Allí venció y obtuvo como premio un trípode, dedicado por él a las diosas del Helicón.


La sátira. La poesía lírica. 

La sátira fue utilizada por primera vez, de forma notable, por Arquíloco de Paros (670 a. C.) pero no fue hasta pleno florecimiento del teatro griego que despegó en todas sus posibilidades.

La poesía lírica se interpretaba con acompañamiento musical. No se han conservado las melodías pero sí los textos. Se suele asociar a la isla de Lesbos, dónde la hicieron célebre Alceo y Safo. Esta última fue la única gran poetisa de la Grecia antigua.Vivió en el último tercio del siglo VII y principios del VI a. C. y canta al amor con acentos muy apasionados. Pero también en otros lugares hubo poesía lírica. El género alcanzó su máxima perfección en las obras de Simónides de Ceos (556-468 a. C.) y de Píndaro (518-443? a. C.), natural éste de la Beocia. Sus principales obras son odas triunfales que escribió con ocasión de los juegos atléticos y que dedicaba a los vencedores, casi siempre a los aristócratas o ricos hacendados. También destacó Anacreonte (560-475 a. C.), que se distinguió por sus poemas cortos, con un cierto sentido del humor y muy sensuales.


El teatro griego

Dionisos era el dios griego del vino y estaba relacionado con todas las exuberancias de las gentes. De él dependían otras muchas deidades menores, tales como los sátiros o los silenos, y en su honor se hacian muchos festejos y procesiones. En gran parte eran corales, y con el tiempo, el papel asignado al director de estos coros procesionales, se hizo más dramático, llegándose a trabar una conversación entre éste y los demás cantores. Es así como nace el teatro griego.

Agamenón
Agamenón es uno de los
héroes de la mitología griega.
El primero de los trágicos griegos fue Esquilo (525?-456 a. C.) que nació en Eleusis, ciudad célebre por sus misterios, y participó en la batalla de Maratón. Esquilo introdujo un segundo actor que no era miembro del coro, y gradualmente los cantos de dicho coro cedieron en importancia al diálogo. Escribió unas setenta obras de las que solo se conservan siete.

Componía sus tragedias en trilogías (series de tres) de las que solo queda completa una, su obra cumbre, la Orestíada (Oresteia) o "Historia de Orestes" (458 a. C.) que la componen Agamenón, las Coéforas y las Euménides. Orestes era  hijo de Agamenón, rey de Micenas, y de su esposa Clitemnestra. Cuando Agamenón murió asesinado por la reina y su amante Egisto, Orestes se salvó de un destino similar gracias a su hermana, y transcurrido un tiempo regresó para vengar a su padre dando muerte a su perversa madre.

Fue en vida de Esquilo cuando se construyó el primer teatro permanente y se estilizaron de un modo particular los atuendos de los actores. Así escribió otras tragedias como Los Persas (los Persai), única obra de tema no mitológico donde canta la lucha del pueblo griego contra Jerjes; Los siete contra Tebas (Hepta epi Thebas) la cual relata las luchas fratricidas entre Etéocles y Polinice, hijos de Edipo. Como se ve en Esquilo tiene gran importancia la mitología, y el sentimiento religioso está siempre presente en sus tragedias, en las que los personajes se hallan muy ligados al coro, sin autonomía. Su tono es elevado y del conjunto de su obra se desprende una lección moral.

La tragedia griega llega a su culminación artística con Sófocles  (496-405 a. C.) que nació treinta años después que Esquilo. Sus obras, especialmente la trilogía formada por Edipo Rey, Edipo en Colona y Antígona, siguen siendo tan frescas y conmovedoras como en el siglo de Pericles en el  V a. C. Escribió más de un centenar de obras, de las que se conservan siete, y la mayoría de fecha incierta. Aparte de la trilogía anterior se conservan también Electra, Filoctetes, Las traquinianas y Ayax. La trama del teatro de Sófocles es más complicada y sus personajes están mejor definidos y más personalizados.

Eurípides (¿480-406? a. C.), quince años más joven que Sófocles, introdujo en sus tragedias elementos novelescos. Sus personajes están descritos en una forma más humana que los dramaturgos anteriores, con lo que el teatro de Eurípides es más moderno, pero falto de cierta grandeza trágica. Su obra más célebre es Las Bacantes, siendo también muy famosas e importantes Medea y Adrómaca. Del medio centenar de obras que escribió se conservan diecisiete tragedias y un drama satírico. Las tragedias de este genial literato obtuvieron un enorme éxito después de su muerte, sobre todo en el periodo helenístico.

El mejor comediógrafo fue, sin duda, Aristófanes (¿445-386? a. C.). Su comedia es, ante todo, sátira política. De las cuarenta y cuatro que escribió solo se conservan once de las cuales Lisistrata y Las ranas son, tal vez, las más divertidas. En Las avispas critica a los jueces y en Las nubes asesta sus tiros contra Sócrates.

Aristófanes fue el máximo exponente de la "comedia antigua", la cual giraba a la mencionada sátira política. En la "comedia de transición" (390-320 a. C.) la sátira fue literaria y social. La "comedia nueva" (320-250 a. C.) introdujo la  intriga y la crítica de costumbres y caracteres. Su máximo representante fue Menandro (342-291 a. C.) de cuyo estilo se surtiría con preferencia el arte de la comedia occidental y la latina.


La prosa griega


Apolo y las musas, de Rafael
Apolo y las musas, parte del
fresco de Rafael que decora una
de las salas de la Estancia de la
Segnatura en el Vaticano.
Uno de los primeros prosistas conocidos es Esopo, que vive en el siglo VI a. C., y a quien se atribuyen fábulas, breves relatos protagonizados por animales. Otro es Herodoto de Halicarnaso (Herodoto) (484-425? a. C.) llamado "Padre de la historia". Sus Istoriai (Historias) incluyen, aparte de las luchas entre griegos y persas, noticias, leyendas y anécdotas que recoge en sus viajes y que expone con muy poco rigor histórico.

Mucho más riguroso y documentado fue Tucídides (471-402 a. C.), cuyas "Historias", más conocidas por Historia de la guerra del Peloponeso, relatan hechos probados y vividos por el autor de una manera ordenada y metódica. Célebres fueron sus discursos históricos que pone en boca de sus personajes. En este sentido el más famoso de los oradores griegos (la oratoria es un género típicamente griego cuyo valor es indudable) fue Demóstenes (384-322 a. C.). Se distinguió, sobre todo, por sus discursos políticos. Célebres son sus Katá Filipou (Filípicas), en las que critica el imperialismo de Filipo de Macedonia, y el discurso Perí tou stefanou (De la corona), escrito para defenderse de los ataques de su rival Esquines (389-314 a. C.).

Muy diferente de ellos es la producción de Jenofonte (434-355? a. C.), de tema muy variado, como tratados de política, economía, una apología de Sócrates y un libro pedagógico: Kiro paideia (Ciropedia o Educación de Ciro). Su obra propiamente histórica se compone de las Ellenika (Helénidas), que es continuación de la historia de Tucídides, y sobre todo, de la Anábasis (Subida), llamada también "Expedición de los diez mil", en la que Jenofonte relata la retirada de los diez mil griegos que auxiliaron a Ciro el Joven en su lucha contra su hermano Artajerjes II, en la que participó el autor.

Pero la mejor prosa griega está en los escritos de Platón (¿427-347? a. C.). Es el creador del género del diálogo (Diálogos) con estilos diferentes: dramático y poéticos en otros pasajes, donde expone sus ideas filosóficas. Los más interesantes son Symposion (El banquete) y Faidros (Fedro), que tratan sobre el amor y la belleza; E politeia e perí tes dikés (La república), en el que expone sus ideas sobre organización política ideal del Estado y Feidon (Fedón), que recoge los últimos momentos de Sócrates.

Un menor valor literario tiene la obra del discípulo de Platón, Aristóteles (384-322 a. C.) referente, sobre todo a la filosofía. Pero no hay que menosvalorar su obra ya que ha llegado hasta nosotros en forma de notas, y aun así, son capitales por su influencia en la Edad Media y el Renaccimiento. Caben destacar su Tejné retoriké (Retórica), que trata de los recursos del lenguaje como medio de persuasión, y, sobre todo, su Perí poetikés (Poética), de cuya obra derivan la mayor parte de las modernas nociones sobre el valor estético de la poesía.

Después de Aristóteles decayó la prosa griega. Cabe mencionar a Teofrastro (371-287 a. C.), discípulo de Aristóteles, con sus "Caracteres" como relatos más destacados.

La caída de Atenas, que dejó de ser la ciudad-estado hegemónica en la Hélade, supuso un declive en todas las artes, y durante la serie de disturbios y guerras, que fueron casi continuas desde el 404 a. C. hasta la conquista de Grecia por los romanos en el 146 a. C. se produjeron pocas obras literarias con un cierto valor meritorio. Solo unos pocos poemas pastoriles tienen la calidad suficiente. Son composiciones donde existen elementos épicos, elegíacos y líricos, y su temática consiste en los amores de zagales y labradores, muy ajenos a los temas políticos de la época.


La literatura latina

Época arcaica o primitiva

Aunque Roma y toda la región que la circunda tenía, desde muy pronto, su propia literatura indígena, al igual que Grecia, se nutre de ésta y la emplea como modelo y cultiva los géneros típicamente helénicos: epopeya, tragedia y comedia. No produjo grandes nombres pero dio a la literatura latina posterior un metro original: el saturnino. Éste era muy vivo y se podía adaptar a cualquier género literario, pero alcanzó su máxima perfección en las saturae o misceláneas dramáticas, las cuales derivaron a la sátira romana.

Un hecho político fue el causante de que la literatura latina fuera continuación de la griega y no siguiera su propio camino. En el año 272 a. C. los ejércitos romanos tomaron Tarento, y entre los muchos griegos que vivían allí y fueron sometidos a esclavitud estaba Lucio Livio Andrónico (¿275-200? a. C.), que pasó a servir como preceptor en casa de Marco Livio Salinator (de quien recibió su nombre latino). Andrónico tradujo al latín, en verso saturnino, la Odisea, (Odissia en latín) y, después, varias tragedias y comedias griegas. Su importancia reside en que dirigió la atención de Roma hacia Grecia y persuadió a los romanos a tomar por base y modelo de su literatura la de los griegos.

Marco Porcio Catón el Censor
Marco Porcio Catón
el Censor (234-149 a. C.),
destacado prosista y
extraordinario orador.
Otro autor destacado de ésta época es Cneo Nevio (¿270-200? a. C.), probablemente natural de Campania, que fue poeta épico y dramático. Escribió Bellum Poenicum (Guerra Púnica) en la que él mismo participó. Es sobre la primera guerra púnica y está en verso saturnino. La mayoría de sus piezas teatrales fueron adaptaciones libres de modelos griegos. Quinto Ennio (239-169 a. C.) escribió Annales que versa sobre la fundación de Roma y de los primeros años del nuevo Estado. Fue autor también de varias sátiras.

En la prosa destaca Marco Porcio Catón  el Censor (234-149 a. C.) que se esforzó en convertir la literatura en un instrumento útil para la política. Fue un excelente orador. Sus Origines, de los que apenas se conservan fragmentos, revisan la historia de Roma desde su fundación hasta el siglo II; los Praeccepta ad filium (Preceptos para su hijo) son como una especie de enciclopedia en la que aborda los más diversos temas, con la cultura latina como valor principal, para que ésta no quedara absorbida por la helénica.

La literatura latina arcaica más característica es el teatro. Aunque básicamente imita al griego, en algunas ocasiones tiene un estilo propio romano. Así, con anterioridad a obras helenas, aparecen las atelanas, representaciones cortas de género popular que por lo general eran cómicas y satíricas. La imitación de las obras griegas es mayor en la tragedia, aunque se escriben algunas de tema romano como las praetexta. No obstante, lo que más se cultiva es la comedia, que se divide en palliata, de inspiración griega, y togata, latina. Las que se conservan hoy día son del primer tipo.

Y el primer autor cuya obra se posee es Tito Maccio Plauto (254?-184 a. C.), contemporáneo de Cneo Nevio y considerado el más grande comediógrafo que produjo Roma. Se atuvo a los modelos griegos, pero los personajes de sus comedias actúan, hablan y bromean como auténticos romanos. De las ciento treinta y cinco comedias que escribió se conservan veintiuna. En ellas trata de conseguir la carcajada del espectador y lo consigue plenamente. Sus principales obras son Asinaria (Los asnos), Miles gloriosus (El soldado fanfarrón), Rudens (La cuerda) y Amphitruo (Anfitrión), quizá la mejor, en la que ridiculiza a los dioses.

Más culto resulta el teatro de Publio Terencio Afer (185-159 a. C.), que era un antiguo esclavo de origen cartaginés. Rechazó el modelo de comedia romana, más libre, para ceñirse a la griega clásica. Se conservan sus seis comedias Andria, Hecyra (La suegra), Heautontimorumenos (El que se atormenta a sí mismo), Phormio (Formión), Eunuchus (Eunuco) y Adelfoi (Los hermanos). Terencio crea una comedia muy distinta a la de Plauto y evita las escenas grotescas y las intrigas demasiado complicadas; tiene un humor más refinado y sereno. Sus críticas a las costumbres de la época son muy acertadas.


Época republicana

Aunque la República en Roma es muy anterior, la época republicana en lo referente a la literatura es la producida en el siglo I a. C, inmediatamente antes del establecimiento del Imperio. Este período se denomina también "ciceroniano", por vivir en él Cicerón, el mayor prosista latino. Aunque la prosa es la que domina estos años, escriben en ellos algunos poetas, entre los que destacan dos: Tito Lucrecio Caro (¿96-53? a. C.), de vida muy poco conocida, autor De rerum natura (De la naturaleza de las cosas), que está inacabado, y Cayo Valerio Catulo (¿87-54? a. C.), poeta éste muy culto que estaba influenciado por los poetas alejandrinos, pero que en sus temas prefiere composiciones sensuales y eróticas, obscenas en ocasiones. Históricamente fue el último poeta de la época republicana.

Cicerón
Cicerón (106-43 a. C.
La prosa latina de ésta época la domina como ningún otro uno de los mayores literatos de Roma: Marco Tulio Cicerón (106-43 a. C.), hombre de una amplísima cultura, orador prestigioso  y que viajó por Grecia y Asia Menor, donde se puso en contacto con la filosofía y civilización griega. Sus discursos son propiamente obras literarias y participa en la vida política muy activamente con tendencias conservadoras. Hizo varias defensas públicas como abogado. Entre sus discursos destacan sus célebres Catilinarias del año 63 a. C., cuatro discursos contra Catilina; las Filipicas, el año 44, contra Marco Antonio, así como varios tratados, como el De legibus (De las leyes) y De republica, que escribió entre los años 54 y 51 a.C. Destacan sus Cartas, en las que expresa sus ideas y sentimientos más personales; sus diálogos, de pensamiento filosófico y moral, De amicilia (De la amistad) y De senectue (De la vejez), al modo de Platón, y las famosas Tusculanae (Tusculanas) compuestas en el año 44 a. C. que eran ensayos que escribió en Túsculo.

En la prosa histórica destacó, por sus obras concisas, Cayo Julio César (100-44 a. C.), dicatador de la República romana. Destacan Commentarii de bello Gallico (Comentarios a la guerra de las Galias) y Commentarii de bello civili (Comentarios a la guerra civil), escritas en tercera persona. Julio César aparece como una de las figuras más cautivadoras de su generación pues combinó su inteligencia y su astucia a la entrega de sus ideales militares.

Muy distinto a Julio César fue el historiador Cayo Salustio Crispo (87-36 a. C.). Renunciando a lo objetivo, dio mucho dramatismo a sus relatos con consecuencias morales y políticas. Sus creaciones principales se refieren a hechos que conocía directamente. Su labor historiadora la concibió de una forma artística más que como un oficio. Sus obras más destacadas son: De conjuratione Catilinae (La conjuración de Catilina), que trata sobre la ambición política de dicho personaje, a la cual también Cicerón ataca, y Bellum Iugrthinum (La guerra de Yugurta), sobre la guerra entre Roma y el rey de Numidia.

Finalmente cabe nombrar a Cornelio Nepote (¿99-24? a. C.) biógrafo de figuras ilustres. Dos de las más destacadas son las de Catón y Cicerón.


Época imperial

Virgilio y la Eneida

Virgilio
Virgilio (71-19 a. C.)
Publio Virgilio Marón es
el más destacado poeta
latino de la época imperial
romana.
El Imperio romano se extiende desde el reinado de Octavio Augusto (63 a. C.-14 d. C.), primer emperador de Roma, hasta la conquista de los romanos por parte de los bárbaros aunque se acostumbra en literatura a llamar época imperial hasta el siglo II. Como floreció durante la soberanía de Augusto también se le llama "augustal". Esta nueva era del emperador estuvo marcada por la exaltación del sentimiento hacia el nuevo emperador como gran héroe y la supresión casi total de la independencia del pensamiento personal y político. Por eso en estos comienzos de la época imperial se escribió poco en prosa.

Fue todo lo contrario en cuanto a la poesía se refiere, cuyo florecimiento fue esplendoroso. Su máximo representante es Publio Virgilio Marón (71-19 a. C.), más conocido por Virgilio. A pesar de su origen campesino adquiere una sólida cultura. Su obra más antigua, de las conservadas, es Bucolica (Bucólicas), escrita entre el año 40 y 37 a. C., y está compuesta por diez églogas. Estas son poemas pastoriles semejantes a los de Teócrito (310-260 a. C.), poeta griego fundador de la poesía bucólica o pastoril. También escribió Georgica (Geórgicas) en el año 28, que son cuatro libros sobre el cultivo de los campos y los árboles, y la cría de animales y las abejas. Pero su obra maestra por la que es conocido Virgilio es Aeneis (La Eneida), poema épico escrito a partir del año 29 a. C. y truncada por la muerte del poeta.

Virgilio quería crear una obra grandiosa para gloria de Roma y pretendió hacer descender a los romanos de los antiguos troyanos, por lo que imaginó las aventuras de Eneas, fugitivo de Troya, por el mediterráneo y su asentamiento en Lacio. La epopeya se divide en doce cantos y se inspira tanto en la Ilíada como en la Odisea aunque La Guerra de Troya es el tema central tanto de La Eneida como de la Ilíada.

La Eneida se compuso para lectores y no para ser recitada en auditorios, y durante unos 1.400 años ha sido el único en su género. Es el poema nacional de Roma y de toda Italia, y una idealización de Roma como dominadora del mundo. Esta obra se ha conservado, milagrosamente, bastante intacta. Es cierto que no tiene la grandiosidad de la Ilíada, pero proporciona un sentido único de lo que era ser ciudadano de Roma. Los héroes de la Ilíada y la Odisea eran poderosos y fuertes, al estilo griego, pero Virgilio presenta al príncipe Eneas, hijo de Venus, más "bondadoso y piadoso". Lo mejor del poema son las descripciones de los escenarios naturales, las ceremonias religiosas y las acciones humanas.

Otros autores

Otro gran poeta latino, contemporáneo de Virgilio, fue Quinto Horacio Flaco (65-8 a. C.), uno de los poetas más cultos de la época y de siglos posteriores. Su obra es variada con sátiras, epístolas y odas, y en todos estos géneros Horacio muestra un gran dominio del lenguaje y de la métrica. La primera que compuso es un conjunto de poemas, que denominó "yambos", en un Epodon liber (Libro de epodos) escrito entre los años 43 y 31 a. C. Lo mejor de la producción de este poeta consiste en los Carmina (Odas), que fueron dadas a conocer en el año 23 (los tres primeros tomos) y en el 17 a. C. (el cuarto). Es hacia el final de su vida cuando escribe las Epistolae (Epístolas), con un total de veintitrés, con un estilo íntimo y muy familiar.

Después de Horacio se puso de moda, tomándolo de modelos griegos, el estilo elegíaco. Este tipo de poesía suele darse en las épocas de decadencia pero aún asi se aclimata muy bien en Roma y se llegó a cultivar mucho en el siglo I a. C. Los tres mejores poetas de elegías de esa época fueron: Tibulo, Propercio y Ovidio.

Albio Tibulo (54?-19 a. C.) era hijo de una familia rica y agitada vida social. Expresa sus vivencias personales, algo tergiversadas, en dos libros de elegías, que titula Delia y Nemesis, nombres de las mujeres a las que estaban dedicados. Sus elegías se distinguen por su gracia y a la vez elegancia.

Sexto Aurelio Propercio (50?-15 a. C.) era más vehemente que Tibulo. En sus cuatro libros de elegías se muestra muy impetuoso y están dedicados a su amada. Es muy expresivo. Las escribió entre el año 27 y el 16 a. C.

Ovidio
Ovidio (43 a. C.-18 d. C.)
Amores la escribió con 18
años influenciado por
Tibulo y Propercio.
Publio Ovidio Nasón (43 a. C. - 18 d. C.) fue el gran poeta del amor. Fruto de su juventud escribió Amores, libro de elegías con expresiones libres y algunas con cierta torpeza. Más bellas son sus Herodium epistolae (Heroidas), supuestas cartas de enamorados mitológicos. Una de sus mejores obras es Ars amandi (Arte amar), conjunto de tres libros, y que se convirtió en uno de los principales modelos del género amatorio, nombrado e imitado en infinidad de ocasiones durante la Edad Media y el Renacimiento.

Escribió Remedia amoris (Remedios del amor) y su gran obra maestra Metamorphoseis (Metamorfosis), amplio poema en el que describe leyendas mitológicas de las más diversas especies, en la que ocurre una transformación, una metamorfosis. Durante su exilio en el Mar Negro escribió Tristia (Tristes) y Epistolae ex Ponto (Epístolas del Ponto). Es indudable la importancia de Ovidio en la historia literaria mundial, constante fuente de inspiración de grandes autores venideros.

De enciclopédica cabe calificar la ingente obra de Marco Terencio Varrón (116-27 a. C.) ya que abarca una infinidad de temas: lengua, literatura, historia, mitología, geografía, etc. La mayor parte de ellas se han perdido. De las que se conservan se pueden citar seis de los veinticinco libros que componían De lingua latina (De la lengua latina), y los tres de Rerum rusticarum libri III (Agricultura).

Lo que Virgilio más que ningún otro había hecho en poesía para inmortalizar el pasado de Roma, lo hizo en prosa Tito Livio (59 a. C.-17 d. C.) Historiadores anteriores se ocuparon de hechos concretos pero Livio emprendió una monumental obra, Ab Urbe condita (Desde la fundación de Roma), en 142 libros, compuestos a partir del año 25 a. C. de los que solo se tienen 35. Como están agrupados de diez en diez, se les suele dar el nombre de Décadas. Es una historia épica donde se ensalza la gloria y la grandeza pasada de Roma para que sirva de estímulo a tiempos futuros. Va desde su fundación hasta la muerte de Druso en el año 9 a. C.

Séneca
Séneca (55? a. C.-39 d.C)
Marco Anneo Séneca
llamado también el
Retórico o el Viejo.
Durante una generación entera después de la muerte de Augusto en el año 14 d. C. no se produjo ninguna obra literaria de importancia. Fue durante la época de Nerón, que subió al trono en el 54 d. C. que se volvieron a escribir obras notables con destacados autores. El primero en sobresalir fue el hispanorromano Marco Anneo Séneca (55? a. C.-39? d. C.). Nació en Córdoba y fue un gran retórico (se le apodaba "el Retórico" y así también se le diferenciaba de su hijo Lucio Anneo Séneca, llamado "el Filósofo" y que fue mucho más famoso que su padre) y escribió nueve tragedias, todas ellas sobre mitología griega. Fue preceptor de Nerón y, más tarde, uno de los personajes más influyentes del Imperio. Fue acusado de conspirar contra el emperador y fue obligado a suicidarse, por orden de éste, cortándose las venas.

De su amplia producción destaca el diálogo moral De tranquillitate animi (Sobre la tranquilidad del alma) y las Epistolae morales ad Lucilium (Epístolas morales a Lucilio), escritas estas últimas hacia el final de su vida. Su pensamiento es muy persuasivo con frases cortas, concisas y sugestivas. Por otro lado, Séneca es el primer trágico latino. En sus obras tienen mayor importancia las ideas que la intriga, y la acción es lenta e interrumpida, como en Medea, Hippolytus (Hipólito), Hercules furens (Hércules furioso) o Phoenissae (Las fenicias).

Contemporáneo de Séneca es Cayo Petronio (c.14/27-65), obligado como él a suicidarse en el año 65. Se le atribuye la obra Satyricon (Satiricón), de la que se conservan algunos fragmentos solamente, el principal de los cuales, contiene el episodio del banquete de Trimalción. Las costumbres de su tiempo las adorna con ciertas caricaturas y exageraciones.

Otro de los más importantes retóricos latinos fue Marco Fabio Quintiliano (31?-95?) que nació en la actual Calahorra (España). Estuvo subvencionado por el Estado y fundó en Roma una escuela de retórica. El fruto de sus estudios fue la obra De institutione oratoria (Institución oratoria), un completo manual para la educación de los jóvenes.

Después de la muerte de Nerón (año 68), la literatura latina adquirió un tono más duro. Cayo Plinio "el Viejo" (23-79) es uno de los primeros naturalistas romanos. Ocupó algunos cargos importantes del Estado y murió durante la erupción del Vesubio, a la que fue a investigar. Fue también historiador y así escribió su Naturae historiarum libri XXXVII (Historia natural), en treinta y siete volúmenes. En ella incluye no solo un completo inventario de todo lo existente en la naturaleza, sino también de las obras de arte, medicina, etc.

De la rica obra del sobrino de Plinio el Viejo, Cayo Plinio Cecilio (62-113), llamado "el Joven" solo se conserva sus Epistolae (Cartas) y un escrito con motivo de la muerte de Trajano en el año 100.

El mejor prosista del periodo imperial es Publio Cornelio Tácito (54-119). Fue un historiador muy lúcido pero a la vez muy violento. En sus Annales (Anales), que recoge la historia de Roma desde Augusto hasta Nerón, critica con ferocidad a los césares estudiados, para una mayor honra de Trajano, que era el emperador reinante.

Sobrino de Séneca el Filósofo (hijo de Séneca) fue Marco Anneo Lucano (39-65) que también nació en Córdoba y fue amigo de Nerón. Enemistado con él por conjura fue obligado también a suicidarse. Su obra maestra es Bellum civile (Guerra civil), conocida también por Pharsalia (Farsalia), poema épico en torno a la guerra de César contra el Senado, centrada en la batalla de Farsalia, que supuso la derrota de Pompeyo. El poema está inconcluso debido a la muerte del autor.

El poema épico, después de Lucano, es cultivado por varios escritores. Destacan Silio Itálico (25?-101? y su obra Punica (Guerras púnicas) en diecisiete libros, y Publio Papinio Estacio (45?-96) y su Thebais (Tebaida).

A finales del siglo I, los poetas más interesantes son Marco Valerio Marcial (41-104), que nació en Bílbilis (la actual Calatayud), cuya obra Epigramas es la más destacada y que consta de quince libros en los que describe la sociedad romana de su tiempo de una forma realista con un cierto humor, y Décimo Junio Juvenal (60?-140?), autor de un libro de Satyrae (Sátiras), en las que ataca con saña los más diversos aspectos de la vida romana.

Con la desaparición de estos escritores puede decirse que llegó a su fin la literatura romana. Lo demás es sólo una serie de obras brillantes pero muy aisladas o muy poco afines a la línea principal de desarrollo del genio latino. Entre éstas cabe mencionar las Metamorfosis de Apuleyo, especie de novela satírica y las Confesiones y el tratado De Civitae Dei de Aurelio Agustín, más conocido por san Agustín.



Bibliografía: BIBLIOTECA BÁSICA GREDOS, Hesíodo, Obras y Fragmentos, 2001 de Editorial Gredos S.A. / AREA-5, Ideas y Creencias, 1976 de Editorial TIMUN MAS / Maravillas del saber (consultor didáctico) 1971. Título original: MERAVIGLIE DEL SAPERE de Editrice Europea di Cultura -Milano (Italia).


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