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Este blog personal es solo eso: personal. No pretendo nada más que escribir sobre libros, autores y mis pensamientos literarios y poéticos y también sobre mis canciones favoritas. También en las páginas de Mi Arte y Recuerdos explico, con fotos, algo más de mí. En la página de Visitas España al blog pongo las banderas de las provincias españolas que me han visitado y una breve historia sobre la capital de cada provincia. De igual forma hago en la página Visitas países al blog, con la bandera del país y una breve historia sobre el mismo. Yo disfruto al máximo al escribir este blog y espero y deseo que los que entren y lo lean hagan lo mismo.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Mis poemas XXIV


A escondidas del otoño





-Solo cuando despierto-


Solo sonríen tus ojos negros dormidos
y me hablan en aquel cálido mar.
Solo tú eres capaz de vivir para amar
bajo el abrazo de los viejos olivos.

Es al despertar que te siento como siento a la joven brisa
es al dejar de soñar que sueño como a mi boca perderte
y huelo tu imagen empañada en el vaho de tu sonrisa
para que en la hora siguiente riña al sol por no tenerte.

No esperes a que te hablen las gotas,
esas que llevan tu sudor a mi sudor,
esas que hacen brillar a aquellas notas
que un día se mezclaron por el amor.

Dile a la noche que se bañe tarde en tus lágrimas saladas
que no espere a que las estrellas mueran al nacer el día.
Dile que sus sombras a tu sombra engalane, y sus hadas,
a tus manos acaricie como el mar a sus olas su piel sentía.

Solo entre la violeta brisa que muere
consigo sentir tus palabras anaranjadas
Solo cuando tu rojo respirar espere
tus almas vivas ya no estarán atrapadas.

Es al cerrar los ojos que oigo tu voz que a mi voz le calla
y le pide que cante al silencio y recite a los poetas negros
Es al ver los senderos que nacen bajo los blancos cedros
que te siento, te sueño, te huelo y a mi alma tu sabor engaña.

No te bañes más en la fresca laguna
ni te mojes el corazón con su reflejo.
Solo sé mi aire y mírame en el espejo
para que te bese a la luz de la luna.




jueves, 5 de noviembre de 2015

La literatura griega y romana en sus comienzos


La herencia literaria de Grecia  y Roma



Ulises y los cantos de las sirenas
En la Odisea Ulises se hizo atar al mástil del navío para no ser arrastrado por los seductores cantos de las sirenas.



La influencia de Grecia y Roma en Europa occidental, sobre todo, en todos los aspectos, es evidente. Y en la literatura europea, y por tanto en la española, esta influencia es más que notable. Está llena de grandes  poemas épicos griegos, los más importantes la Ilíada y la Odisea, atribuidos a Homero; de poesía lírica romana, con la Eneida como obra más influyente y a su autor, Virgilio, como su mayor representante; con grandes autores, en general, de teatro, como Esquilo, Sófocles o Plauto, y excelentes oradores y literatos como Cicerón,  sin olvidarse a los grandes pensadores y su gran legado.


La Ilíada y la Odisea de Homero

Los textos más antiguos de la literatura griega son los dos grandes poemas épicos atribuidos a Homero (s. VIII a. C.) la Ilias (Ilíada) y la Odiseia (Odisea). La primera narra la guerra de Troya y la segunda las aventuras que corrió el héroe griego Odiseo (Ulises) de regreso después de la guerra de Troya. Ambos poemas fueron compuestos de forma oral y atribuidos, en principio, a Homero. Solo mucho tiempo después fueron recogidos por escrito. 

La Ilíada es el poema épico más antiguo. El tema central es la furia y cólera de Aquiles, hijo de Peleo y la nereida Tetis, aunque también se describe el culto a los muertos y a distintas tradiciones religiosas locales. El argumento es el sitio de Troya por diversos reyes griegos y la toma de la ciudad. Se describen vivas batallas, reuniones de jefes de ambos bandos, así como pasajes muy emotivos, como la muerte de Patroclo, amigo de Aquiles, la despedida de Héctor y Andrómaca, la petición por parte de Príamo sobre el cadáver de Héctor, su hijo, etc.

En la Odisea se relata el viaje de regreso de Ulises a Ítaca, tras su participación en la guerra de Troya. A diferencia de la Ilíada, consta de varios episodios, que son por lo general inconexos, en los que se describen las peripecias y aventuras del héroe hasta su isla natal. Los episodios más conocidos son los del cíclope, el de la diosa Circe, la cual convierte a los humanos en animales, el canto de las sirenas y el de Penélope, esposa del héroe, que deshace por la noche la labor de su telar para posponer el cumplimiento de su boda con el pretendiente que elija. En la Odisea hay una intención moralizadora que no existe en la Ilíada. En ésta los dioses manejan la vida de los mortales a su antojo. En la otra los humanos son los únicos responsables de sus actos, y por lo tanto, recibirán el premio o castigo en consecuencia.


Hesíodo. Teogonía.

Hesíodo
Hesíodo nació hacia
mitad del siglo VIII a.C.
o la primera del siglo
VII a. C.
En aquella época tan remota se fue originando además otro género poético, el "didáctico" o "didascálico", del cual el ejemplo más antiguo que nos queda es el poema los Trabajos y Días (Erga kai emarai) de Hesíodo, otro de los grandes poetas clásicos helenos. En él se expone las reglas que ha de seguir, según las estaciones del año, el buen labriego,  y se da una lista de los días que, conforme a las supersticiones de aquellos tiempos, se consideraban favorables o desfavorables para las diversas faenas. Otros poemas parecidos que contenían reglas sobre la conducta ética o religiosa, y otro, atribuido igualmente a Hesíodo es el llamado la Teogonía (Theogonia) o Del origen de los dioses, en el que se describe el principio del mundo y el nacimiento de las divinidades.

Casi todo lo que se sabe de este poeta lo ha dicho él mismo en sus dos obras principales referidas antes: Teogonía y los Trabajos y Días. Era un campesino, hijo de un comerciante de Cime (la Cumas asiática) establecido en Ascra, donde seguramente nació y vivió Hesíodo. Ascra era una pequeña aldea beocia, pobre, pero vecina de Tespias, un centro cultural importante, no lejos de Tebas, y situada al pie del monte Helicón. En Tespias había muchos certámenes poéticos vinculados, sobre todo, al culto de las Musas.

Tenía un hermano, Perses, con el que pleiteó para defender parte de la herencia paterna. No obstante, la posición económica de Hesíodo era suficiente -teniendo en cuenta las condiciones de pobreza de su aldea- como para poseer tierra y utensilios de labranza para cultivarla, así como para conocer y aconsejar la mejor estación y los días de cultivo.

De su carrera profesional solo se sabe que viajó a Calcis -fue la única ocasión en la que abandonó su aldea- para participar en una competición poética. En ese Certamen, que se redactó luego como obra del mismo título en el siglo II d. C, lo hace contrincante nada menos que del mismo Homero. Se celebró con motivo de los juegos fúnebres en honor de Anfidamante. Allí venció y obtuvo como premio un trípode, dedicado por él a las diosas del Helicón.


La sátira. La poesía lírica. 

La sátira fue utilizada por primera vez, de forma notable, por Arquíloco de Paros (670 a. C.) pero no fue hasta pleno florecimiento del teatro griego que despegó en todas sus posibilidades.

La poesía lírica se interpretaba con acompañamiento musical. No se han conservado las melodías pero sí los textos. Se suele asociar a la isla de Lesbos, dónde la hicieron célebre Alceo y Safo. Esta última fue la única gran poetisa de la Grecia antigua.Vivió en el último tercio del siglo VII y principios del VI a. C. y canta al amor con acentos muy apasionados. Pero también en otros lugares hubo poesía lírica. El género alcanzó su máxima perfección en las obras de Simónides de Ceos (556-468 a. C.) y de Píndaro (518-443? a. C.), natural éste de la Beocia. Sus principales obras son odas triunfales que escribió con ocasión de los juegos atléticos y que dedicaba a los vencedores, casi siempre a los aristócratas o ricos hacendados. También destacó Anacreonte (560-475 a. C.), que se distinguió por sus poemas cortos, con un cierto sentido del humor y muy sensuales.


El teatro griego

Dionisos era el dios griego del vino y estaba relacionado con todas las exuberancias de las gentes. De él dependían otras muchas deidades menores, tales como los sátiros o los silenos, y en su honor se hacian muchos festejos y procesiones. En gran parte eran corales, y con el tiempo, el papel asignado al director de estos coros procesionales, se hizo más dramático, llegándose a trabar una conversación entre éste y los demás cantores. Es así como nace el teatro griego.

Agamenón
Agamenón es uno de los
héroes de la mitología griega.
El primero de los trágicos griegos fue Esquilo (525?-456 a. C.) que nació en Eleusis, ciudad célebre por sus misterios, y participó en la batalla de Maratón. Esquilo introdujo un segundo actor que no era miembro del coro, y gradualmente los cantos de dicho coro cedieron en importancia al diálogo. Escribió unas setenta obras de las que solo se conservan siete.

Componía sus tragedias en trilogías (series de tres) de las que solo queda completa una, su obra cumbre, la Orestíada (Oresteia) o "Historia de Orestes" (458 a. C.) que la componen Agamenón, las Coéforas y las Euménides. Orestes era  hijo de Agamenón, rey de Micenas, y de su esposa Clitemnestra. Cuando Agamenón murió asesinado por la reina y su amante Egisto, Orestes se salvó de un destino similar gracias a su hermana, y transcurrido un tiempo regresó para vengar a su padre dando muerte a su perversa madre.

Fue en vida de Esquilo cuando se construyó el primer teatro permanente y se estilizaron de un modo particular los atuendos de los actores. Así escribió otras tragedias como Los Persas (los Persai), única obra de tema no mitológico donde canta la lucha del pueblo griego contra Jerjes; Los siete contra Tebas (Hepta epi Thebas) la cual relata las luchas fratricidas entre Etéocles y Polinice, hijos de Edipo. Como se ve en Esquilo tiene gran importancia la mitología, y el sentimiento religioso está siempre presente en sus tragedias, en las que los personajes se hallan muy ligados al coro, sin autonomía. Su tono es elevado y del conjunto de su obra se desprende una lección moral.

La tragedia griega llega a su culminación artística con Sófocles  (496-405 a. C.) que nació treinta años después que Esquilo. Sus obras, especialmente la trilogía formada por Edipo Rey, Edipo en Colona y Antígona, siguen siendo tan frescas y conmovedoras como en el siglo de Pericles en el  V a. C. Escribió más de un centenar de obras, de las que se conservan siete, y la mayoría de fecha incierta. Aparte de la trilogía anterior se conservan también Electra, Filoctetes, Las traquinianas y Ayax. La trama del teatro de Sófocles es más complicada y sus personajes están mejor definidos y más personalizados.

Eurípides (¿480-406? a. C.), quince años más joven que Sófocles, introdujo en sus tragedias elementos novelescos. Sus personajes están descritos en una forma más humana que los dramaturgos anteriores, con lo que el teatro de Eurípides es más moderno, pero falto de cierta grandeza trágica. Su obra más célebre es Las Bacantes, siendo también muy famosas e importantes Medea y Adrómaca. Del medio centenar de obras que escribió se conservan diecisiete tragedias y un drama satírico. Las tragedias de este genial literato obtuvieron un enorme éxito después de su muerte, sobre todo en el periodo helenístico.

El mejor comediógrafo fue, sin duda, Aristófanes (¿445-386? a. C.). Su comedia es, ante todo, sátira política. De las cuarenta y cuatro que escribió solo se conservan once de las cuales Lisistrata y Las ranas son, tal vez, las más divertidas. En Las avispas critica a los jueces y en Las nubes asesta sus tiros contra Sócrates.

Aristófanes fue el máximo exponente de la "comedia antigua", la cual giraba a la mencionada sátira política. En la "comedia de transición" (390-320 a. C.) la sátira fue literaria y social. La "comedia nueva" (320-250 a. C.) introdujo la  intriga y la crítica de costumbres y caracteres. Su máximo representante fue Menandro (342-291 a. C.) de cuyo estilo se surtiría con preferencia el arte de la comedia occidental y la latina.


La prosa griega


Apolo y las musas, de Rafael
Apolo y las musas, parte del
fresco de Rafael que decora una
de las salas de la Estancia de la
Segnatura en el Vaticano.
Uno de los primeros prosistas conocidos es Esopo, que vive en el siglo VI a. C., y a quien se atribuyen fábulas, breves relatos protagonizados por animales. Otro es Herodoto de Halicarnaso (Herodoto) (484-425? a. C.) llamado "Padre de la historia". Sus Istoriai (Historias) incluyen, aparte de las luchas entre griegos y persas, noticias, leyendas y anécdotas que recoge en sus viajes y que expone con muy poco rigor histórico.

Mucho más riguroso y documentado fue Tucídides (471-402 a. C.), cuyas "Historias", más conocidas por Historia de la guerra del Peloponeso, relatan hechos probados y vividos por el autor de una manera ordenada y metódica. Célebres fueron sus discursos históricos que pone en boca de sus personajes. En este sentido el más famoso de los oradores griegos (la oratoria es un género típicamente griego cuyo valor es indudable) fue Demóstenes (384-322 a. C.). Se distinguió, sobre todo, por sus discursos políticos. Célebres son sus Katá Filipou (Filípicas), en las que critica el imperialismo de Filipo de Macedonia, y el discurso Perí tou stefanou (De la corona), escrito para defenderse de los ataques de su rival Esquines (389-314 a. C.).

Muy diferente de ellos es la producción de Jenofonte (434-355? a. C.), de tema muy variado, como tratados de política, economía, una apología de Sócrates y un libro pedagógico: Kiro paideia (Ciropedia o Educación de Ciro). Su obra propiamente histórica se compone de las Ellenika (Helénidas), que es continuación de la historia de Tucídides, y sobre todo, de la Anábasis (Subida), llamada también "Expedición de los diez mil", en la que Jenofonte relata la retirada de los diez mil griegos que auxiliaron a Ciro el Joven en su lucha contra su hermano Artajerjes II, en la que participó el autor.

Pero la mejor prosa griega está en los escritos de Platón (¿427-347? a. C.). Es el creador del género del diálogo (Diálogos) con estilos diferentes: dramático y poéticos en otros pasajes, donde expone sus ideas filosóficas. Los más interesantes son Symposion (El banquete) y Faidros (Fedro), que tratan sobre el amor y la belleza; E politeia e perí tes dikés (La república), en el que expone sus ideas sobre organización política ideal del Estado y Feidon (Fedón), que recoge los últimos momentos de Sócrates.

Un menor valor literario tiene la obra del discípulo de Platón, Aristóteles (384-322 a. C.) referente, sobre todo a la filosofía. Pero no hay que menosvalorar su obra ya que ha llegado hasta nosotros en forma de notas, y aun así, son capitales por su influencia en la Edad Media y el Renaccimiento. Caben destacar su Tejné retoriké (Retórica), que trata de los recursos del lenguaje como medio de persuasión, y, sobre todo, su Perí poetikés (Poética), de cuya obra derivan la mayor parte de las modernas nociones sobre el valor estético de la poesía.

Después de Aristóteles decayó la prosa griega. Cabe mencionar a Teofrastro (371-287 a. C.), discípulo de Aristóteles, con sus "Caracteres" como relatos más destacados.

La caída de Atenas, que dejó de ser la ciudad-estado hegemónica en la Hélade, supuso un declive en todas las artes, y durante la serie de disturbios y guerras, que fueron casi continuas desde el 404 a. C. hasta la conquista de Grecia por los romanos en el 146 a. C. se produjeron pocas obras literarias con un cierto valor meritorio. Solo unos pocos poemas pastoriles tienen la calidad suficiente. Son composiciones donde existen elementos épicos, elegíacos y líricos, y su temática consiste en los amores de zagales y labradores, muy ajenos a los temas políticos de la época.


La literatura latina

Época arcaica o primitiva

Aunque Roma y toda la región que la circunda tenía, desde muy pronto, su propia literatura indígena, al igual que Grecia, se nutre de ésta y la emplea como modelo y cultiva los géneros típicamente helénicos: epopeya, tragedia y comedia. No produjo grandes nombres pero dio a la literatura latina posterior un metro original: el saturnino. Éste era muy vivo y se podía adaptar a cualquier género literario, pero alcanzó su máxima perfección en las saturae o misceláneas dramáticas, las cuales derivaron a la sátira romana.

Un hecho político fue el causante de que la literatura latina fuera continuación de la griega y no siguiera su propio camino. En el año 272 a. C. los ejércitos romanos tomaron Tarento, y entre los muchos griegos que vivían allí y fueron sometidos a esclavitud estaba Lucio Livio Andrónico (¿275-200? a. C.), que pasó a servir como preceptor en casa de Marco Livio Salinator (de quien recibió su nombre latino). Andrónico tradujo al latín, en verso saturnino, la Odisea, (Odissia en latín) y, después, varias tragedias y comedias griegas. Su importancia reside en que dirigió la atención de Roma hacia Grecia y persuadió a los romanos a tomar por base y modelo de su literatura la de los griegos.

Marco Porcio Catón el Censor
Marco Porcio Catón
el Censor (234-149 a. C.),
destacado prosista y
extraordinario orador.
Otro autor destacado de ésta época es Cneo Nevio (¿270-200? a. C.), probablemente natural de Campania, que fue poeta épico y dramático. Escribió Bellum Poenicum (Guerra Púnica) en la que él mismo participó. Es sobre la primera guerra púnica y está en verso saturnino. La mayoría de sus piezas teatrales fueron adaptaciones libres de modelos griegos. Quinto Ennio (239-169 a. C.) escribió Annales que versa sobre la fundación de Roma y de los primeros años del nuevo Estado. Fue autor también de varias sátiras.

En la prosa destaca Marco Porcio Catón  el Censor (234-149 a. C.) que se esforzó en convertir la literatura en un instrumento útil para la política. Fue un excelente orador. Sus Origines, de los que apenas se conservan fragmentos, revisan la historia de Roma desde su fundación hasta el siglo II; los Praeccepta ad filium (Preceptos para su hijo) son como una especie de enciclopedia en la que aborda los más diversos temas, con la cultura latina como valor principal, para que ésta no quedara absorbida por la helénica.

La literatura latina arcaica más característica es el teatro. Aunque básicamente imita al griego, en algunas ocasiones tiene un estilo propio romano. Así, con anterioridad a obras helenas, aparecen las atelanas, representaciones cortas de género popular que por lo general eran cómicas y satíricas. La imitación de las obras griegas es mayor en la tragedia, aunque se escriben algunas de tema romano como las praetexta. No obstante, lo que más se cultiva es la comedia, que se divide en palliata, de inspiración griega, y togata, latina. Las que se conservan hoy día son del primer tipo.

Y el primer autor cuya obra se posee es Tito Maccio Plauto (254?-184 a. C.), contemporáneo de Cneo Nevio y considerado el más grande comediógrafo que produjo Roma. Se atuvo a los modelos griegos, pero los personajes de sus comedias actúan, hablan y bromean como auténticos romanos. De las ciento treinta y cinco comedias que escribió se conservan veintiuna. En ellas trata de conseguir la carcajada del espectador y lo consigue plenamente. Sus principales obras son Asinaria (Los asnos), Miles gloriosus (El soldado fanfarrón), Rudens (La cuerda) y Amphitruo (Anfitrión), quizá la mejor, en la que ridiculiza a los dioses.

Más culto resulta el teatro de Publio Terencio Afer (185-159 a. C.), que era un antiguo esclavo de origen cartaginés. Rechazó el modelo de comedia romana, más libre, para ceñirse a la griega clásica. Se conservan sus seis comedias Andria, Hecyra (La suegra), Heautontimorumenos (El que se atormenta a sí mismo), Phormio (Formión), Eunuchus (Eunuco) y Adelfoi (Los hermanos). Terencio crea una comedia muy distinta a la de Plauto y evita las escenas grotescas y las intrigas demasiado complicadas; tiene un humor más refinado y sereno. Sus críticas a las costumbres de la época son muy acertadas.


Época republicana

Aunque la República en Roma es muy anterior, la época republicana en lo referente a la literatura es la producida en el siglo I a. C, inmediatamente antes del establecimiento del Imperio. Este período se denomina también "ciceroniano", por vivir en él Cicerón, el mayor prosista latino. Aunque la prosa es la que domina estos años, escriben en ellos algunos poetas, entre los que destacan dos: Tito Lucrecio Caro (¿96-53? a. C.), de vida muy poco conocida, autor De rerum natura (De la naturaleza de las cosas), que está inacabado, y Cayo Valerio Catulo (¿87-54? a. C.), poeta éste muy culto que estaba influenciado por los poetas alejandrinos, pero que en sus temas prefiere composiciones sensuales y eróticas, obscenas en ocasiones. Históricamente fue el último poeta de la época republicana.

Cicerón
Cicerón (106-43 a. C.
La prosa latina de ésta época la domina como ningún otro uno de los mayores literatos de Roma: Marco Tulio Cicerón (106-43 a. C.), hombre de una amplísima cultura, orador prestigioso  y que viajó por Grecia y Asia Menor, donde se puso en contacto con la filosofía y civilización griega. Sus discursos son propiamente obras literarias y participa en la vida política muy activamente con tendencias conservadoras. Hizo varias defensas públicas como abogado. Entre sus discursos destacan sus célebres Catilinarias del año 63 a. C., cuatro discursos contra Catilina; las Filipicas, el año 44, contra Marco Antonio, así como varios tratados, como el De legibus (De las leyes) y De republica, que escribió entre los años 54 y 51 a.C. Destacan sus Cartas, en las que expresa sus ideas y sentimientos más personales; sus diálogos, de pensamiento filosófico y moral, De amicilia (De la amistad) y De senectue (De la vejez), al modo de Platón, y las famosas Tusculanae (Tusculanas) compuestas en el año 44 a. C. que eran ensayos que escribió en Túsculo.

En la prosa histórica destacó, por sus obras concisas, Cayo Julio César (100-44 a. C.), dicatador de la República romana. Destacan Commentarii de bello Gallico (Comentarios a la guerra de las Galias) y Commentarii de bello civili (Comentarios a la guerra civil), escritas en tercera persona. Julio César aparece como una de las figuras más cautivadoras de su generación pues combinó su inteligencia y su astucia a la entrega de sus ideales militares.

Muy distinto a Julio César fue el historiador Cayo Salustio Crispo (87-36 a. C.). Renunciando a lo objetivo, dio mucho dramatismo a sus relatos con consecuencias morales y políticas. Sus creaciones principales se refieren a hechos que conocía directamente. Su labor historiadora la concibió de una forma artística más que como un oficio. Sus obras más destacadas son: De conjuratione Catilinae (La conjuración de Catilina), que trata sobre la ambición política de dicho personaje, a la cual también Cicerón ataca, y Bellum Iugrthinum (La guerra de Yugurta), sobre la guerra entre Roma y el rey de Numidia.

Finalmente cabe nombrar a Cornelio Nepote (¿99-24? a. C.) biógrafo de figuras ilustres. Dos de las más destacadas son las de Catón y Cicerón.


Época imperial

Virgilio y la Eneida

Virgilio
Virgilio (71-19 a. C.)
Publio Virgilio Marón es
el más destacado poeta
latino de la época imperial
romana.
El Imperio romano se extiende desde el reinado de Octavio Augusto (63 a. C.-14 d. C.), primer emperador de Roma, hasta la conquista de los romanos por parte de los bárbaros aunque se acostumbra en literatura a llamar época imperial hasta el siglo II. Como floreció durante la soberanía de Augusto también se le llama "augustal". Esta nueva era del emperador estuvo marcada por la exaltación del sentimiento hacia el nuevo emperador como gran héroe y la supresión casi total de la independencia del pensamiento personal y político. Por eso en estos comienzos de la época imperial se escribió poco en prosa.

Fue todo lo contrario en cuanto a la poesía se refiere, cuyo florecimiento fue esplendoroso. Su máximo representante es Publio Virgilio Marón (71-19 a. C.), más conocido por Virgilio. A pesar de su origen campesino adquiere una sólida cultura. Su obra más antigua, de las conservadas, es Bucolica (Bucólicas), escrita entre el año 40 y 37 a. C., y está compuesta por diez églogas. Estas son poemas pastoriles semejantes a los de Teócrito (310-260 a. C.), poeta griego fundador de la poesía bucólica o pastoril. También escribió Georgica (Geórgicas) en el año 28, que son cuatro libros sobre el cultivo de los campos y los árboles, y la cría de animales y las abejas. Pero su obra maestra por la que es conocido Virgilio es Aeneis (La Eneida), poema épico escrito a partir del año 29 a. C. y truncada por la muerte del poeta.

Virgilio quería crear una obra grandiosa para gloria de Roma y pretendió hacer descender a los romanos de los antiguos troyanos, por lo que imaginó las aventuras de Eneas, fugitivo de Troya, por el mediterráneo y su asentamiento en Lacio. La epopeya se divide en doce cantos y se inspira tanto en la Ilíada como en la Odisea aunque La Guerra de Troya es el tema central tanto de La Eneida como de la Ilíada.

La Eneida se compuso para lectores y no para ser recitada en auditorios, y durante unos 1.400 años ha sido el único en su género. Es el poema nacional de Roma y de toda Italia, y una idealización de Roma como dominadora del mundo. Esta obra se ha conservado, milagrosamente, bastante intacta. Es cierto que no tiene la grandiosidad de la Ilíada, pero proporciona un sentido único de lo que era ser ciudadano de Roma. Los héroes de la Ilíada y la Odisea eran poderosos y fuertes, al estilo griego, pero Virgilio presenta al príncipe Eneas, hijo de Venus, más "bondadoso y piadoso". Lo mejor del poema son las descripciones de los escenarios naturales, las ceremonias religiosas y las acciones humanas.

Otros autores

Otro gran poeta latino, contemporáneo de Virgilio, fue Quinto Horacio Flaco (65-8 a. C.), uno de los poetas más cultos de la época y de siglos posteriores. Su obra es variada con sátiras, epístolas y odas, y en todos estos géneros Horacio muestra un gran dominio del lenguaje y de la métrica. La primera que compuso es un conjunto de poemas, que denominó "yambos", en un Epodon liber (Libro de epodos) escrito entre los años 43 y 31 a. C. Lo mejor de la producción de este poeta consiste en los Carmina (Odas), que fueron dadas a conocer en el año 23 (los tres primeros tomos) y en el 17 a. C. (el cuarto). Es hacia el final de su vida cuando escribe las Epistolae (Epístolas), con un total de veintitrés, con un estilo íntimo y muy familiar.

Después de Horacio se puso de moda, tomándolo de modelos griegos, el estilo elegíaco. Este tipo de poesía suele darse en las épocas de decadencia pero aún asi se aclimata muy bien en Roma y se llegó a cultivar mucho en el siglo I a. C. Los tres mejores poetas de elegías de esa época fueron: Tibulo, Propercio y Ovidio.

Albio Tibulo (54?-19 a. C.) era hijo de una familia rica y agitada vida social. Expresa sus vivencias personales, algo tergiversadas, en dos libros de elegías, que titula Delia y Nemesis, nombres de las mujeres a las que estaban dedicados. Sus elegías se distinguen por su gracia y a la vez elegancia.

Sexto Aurelio Propercio (50?-15 a. C.) era más vehemente que Tibulo. En sus cuatro libros de elegías se muestra muy impetuoso y están dedicados a su amada. Es muy expresivo. Las escribió entre el año 27 y el 16 a. C.

Ovidio
Ovidio (43 a. C.-18 d. C.)
Amores la escribió con 18
años influenciado por
Tibulo y Propercio.
Publio Ovidio Nasón (43 a. C. - 18 d. C.) fue el gran poeta del amor. Fruto de su juventud escribió Amores, libro de elegías con expresiones libres y algunas con cierta torpeza. Más bellas son sus Herodium epistolae (Heroidas), supuestas cartas de enamorados mitológicos. Una de sus mejores obras es Ars amandi (Arte amar), conjunto de tres libros, y que se convirtió en uno de los principales modelos del género amatorio, nombrado e imitado en infinidad de ocasiones durante la Edad Media y el Renacimiento.

Escribió Remedia amoris (Remedios del amor) y su gran obra maestra Metamorphoseis (Metamorfosis), amplio poema en el que describe leyendas mitológicas de las más diversas especies, en la que ocurre una transformación, una metamorfosis. Durante su exilio en el Mar Negro escribió Tristia (Tristes) y Epistolae ex Ponto (Epístolas del Ponto). Es indudable la importancia de Ovidio en la historia literaria mundial, constante fuente de inspiración de grandes autores venideros.

De enciclopédica cabe calificar la ingente obra de Marco Terencio Varrón (116-27 a. C.) ya que abarca una infinidad de temas: lengua, literatura, historia, mitología, geografía, etc. La mayor parte de ellas se han perdido. De las que se conservan se pueden citar seis de los veinticinco libros que componían De lingua latina (De la lengua latina), y los tres de Rerum rusticarum libri III (Agricultura).

Lo que Virgilio más que ningún otro había hecho en poesía para inmortalizar el pasado de Roma, lo hizo en prosa Tito Livio (59 a. C.-17 d. C.) Historiadores anteriores se ocuparon de hechos concretos pero Livio emprendió una monumental obra, Ab Urbe condita (Desde la fundación de Roma), en 142 libros, compuestos a partir del año 25 a. C. de los que solo se tienen 35. Como están agrupados de diez en diez, se les suele dar el nombre de Décadas. Es una historia épica donde se ensalza la gloria y la grandeza pasada de Roma para que sirva de estímulo a tiempos futuros. Va desde su fundación hasta la muerte de Druso en el año 9 a. C.

Séneca
Séneca (55? a. C.-39 d.C)
Marco Anneo Séneca
llamado también el
Retórico o el Viejo.
Durante una generación entera después de la muerte de Augusto en el año 14 d. C. no se produjo ninguna obra literaria de importancia. Fue durante la época de Nerón, que subió al trono en el 54 d. C. que se volvieron a escribir obras notables con destacados autores. El primero en sobresalir fue el hispanorromano Marco Anneo Séneca (55? a. C.-39? d. C.). Nació en Córdoba y fue un gran retórico (se le apodaba "el Retórico" y así también se le diferenciaba de su hijo Lucio Anneo Séneca, llamado "el Filósofo" y que fue mucho más famoso que su padre) y escribió nueve tragedias, todas ellas sobre mitología griega. Fue preceptor de Nerón y, más tarde, uno de los personajes más influyentes del Imperio. Fue acusado de conspirar contra el emperador y fue obligado a suicidarse, por orden de éste, cortándose las venas.

De su amplia producción destaca el diálogo moral De tranquillitate animi (Sobre la tranquilidad del alma) y las Epistolae morales ad Lucilium (Epístolas morales a Lucilio), escritas estas últimas hacia el final de su vida. Su pensamiento es muy persuasivo con frases cortas, concisas y sugestivas. Por otro lado, Séneca es el primer trágico latino. En sus obras tienen mayor importancia las ideas que la intriga, y la acción es lenta e interrumpida, como en Medea, Hippolytus (Hipólito), Hercules furens (Hércules furioso) o Phoenissae (Las fenicias).

Contemporáneo de Séneca es Cayo Petronio (c.14/27-65), obligado como él a suicidarse en el año 65. Se le atribuye la obra Satyricon (Satiricón), de la que se conservan algunos fragmentos solamente, el principal de los cuales, contiene el episodio del banquete de Trimalción. Las costumbres de su tiempo las adorna con ciertas caricaturas y exageraciones.

Otro de los más importantes retóricos latinos fue Marco Fabio Quintiliano (31?-95?) que nació en la actual Calahorra (España). Estuvo subvencionado por el Estado y fundó en Roma una escuela de retórica. El fruto de sus estudios fue la obra De institutione oratoria (Institución oratoria), un completo manual para la educación de los jóvenes.

Después de la muerte de Nerón (año 68), la literatura latina adquirió un tono más duro. Cayo Plinio "el Viejo" (23-79) es uno de los primeros naturalistas romanos. Ocupó algunos cargos importantes del Estado y murió durante la erupción del Vesubio, a la que fue a investigar. Fue también historiador y así escribió su Naturae historiarum libri XXXVII (Historia natural), en treinta y siete volúmenes. En ella incluye no solo un completo inventario de todo lo existente en la naturaleza, sino también de las obras de arte, medicina, etc.

De la rica obra del sobrino de Plinio el Viejo, Cayo Plinio Cecilio (62-113), llamado "el Joven" solo se conserva sus Epistolae (Cartas) y un escrito con motivo de la muerte de Trajano en el año 100.

El mejor prosista del periodo imperial es Publio Cornelio Tácito (54-119). Fue un historiador muy lúcido pero a la vez muy violento. En sus Annales (Anales), que recoge la historia de Roma desde Augusto hasta Nerón, critica con ferocidad a los césares estudiados, para una mayor honra de Trajano, que era el emperador reinante.

Sobrino de Séneca el Filósofo (hijo de Séneca) fue Marco Anneo Lucano (39-65) que también nació en Córdoba y fue amigo de Nerón. Enemistado con él por conjura fue obligado también a suicidarse. Su obra maestra es Bellum civile (Guerra civil), conocida también por Pharsalia (Farsalia), poema épico en torno a la guerra de César contra el Senado, centrada en la batalla de Farsalia, que supuso la derrota de Pompeyo. El poema está inconcluso debido a la muerte del autor.

El poema épico, después de Lucano, es cultivado por varios escritores. Destacan Silio Itálico (25?-101? y su obra Punica (Guerras púnicas) en diecisiete libros, y Publio Papinio Estacio (45?-96) y su Thebais (Tebaida).

A finales del siglo I, los poetas más interesantes son Marco Valerio Marcial (41-104), que nació en Bílbilis (la actual Calatayud), cuya obra Epigramas es la más destacada y que consta de quince libros en los que describe la sociedad romana de su tiempo de una forma realista con un cierto humor, y Décimo Junio Juvenal (60?-140?), autor de un libro de Satyrae (Sátiras), en las que ataca con saña los más diversos aspectos de la vida romana.

Con la desaparición de estos escritores puede decirse que llegó a su fin la literatura romana. Lo demás es sólo una serie de obras brillantes pero muy aisladas o muy poco afines a la línea principal de desarrollo del genio latino. Entre éstas cabe mencionar las Metamorfosis de Apuleyo, especie de novela satírica y las Confesiones y el tratado De Civitae Dei de Aurelio Agustín, más conocido por san Agustín.



Bibliografía: BIBLIOTECA BÁSICA GREDOS, Hesíodo, Obras y Fragmentos, 2001 de Editorial Gredos S.A. / AREA-5, Ideas y Creencias, 1976 de Editorial TIMUN MAS / Maravillas del saber (consultor didáctico) 1971. Título original: MERAVIGLIE DEL SAPERE de Editrice Europea di Cultura -Milano (Italia).


Otras entradas relacionadas:

Los orígenes de la literatura

La literatura europea medieval

Literatura catalana en la Edad Media

Historia de la literatura española (I)




martes, 20 de octubre de 2015

Los orígenes de la literatura


La literatura en sus comienzos





Fragmentos de los códices del Cartulario de Valpuesta, en Santa María de Valpuesta (Burgos) del siglo XII, copia de los originales del siglo IX, primeros textos escritos en castellano. Hasta ahora se daban como tales primeros textos en castellano a las Glosas Emilianenses y por lo tanto a San Millán de la Cogolla (La Rioja) como cuna del castellano aunque  son estas dos poblaciones a las que se le atribuye éste título.



Al pensar en literatura lo solemos hacer en forma de un escritor o escritores y en libros, novelas, poesía u obras de teatro. Pero la literatura es mucho más que eso. Es la sabiduría del ser humano, de su evolución, de su sentir hacia la vida. Gracias a ella tenemos el conocimiento y hacemos uso de él. Para entender la inmensidad de la literatura universal y todo lo que engloba hay que remontarse a épocas anteriores a la expresión escrita a través de manuscritos, inscripciones, etc... ya que la especie humana necesitaba transmitir sus creencias, ambiciones, conocimientos y sentimientos no solo de forma oral, si  no de manera que quedara reflejada permanentemente. Ahí nace la escritura y con el tiempo la literatura.


Concepto de la literatura


Escena de La Ilíada
Homero es el autor clásico griego de
las obras épicas, La Ilíada y
La Odisea.
La literatura es un arte, de eso no cabe duda, y es de las artes que mejor transmite el conocimiento. Es un arte bello donde se emplea la palabra escrita como instrumento. De un modo más amplio, se entiende por ella el conjunto de obras escritas, en diferentes estilos, compuestas en cualquier tiempo o lugar.

Tenemos la literatura clásica, con la literatura griega, latina, árabe, hindú o hebrea. La literatura medieval en Europa con la literatura francesa, italiana, inglesa, rusa, alemana y española como las más destacadas. La literatura china y japonesa como las más influyentes en Oriente y la literatura moderna extendida a nivel universal.

De las múltiples divisiones que existen, en cuanto a lo que concierne al cuerpo de la literatura, se señalan dos: una referida a la extensión y otra al género. En la primera se distingue la universal, que engloba a todos los países, desde los primeros escritos hasta el presente; nacional, que se limita a un solo pueblo o nación; y particular, si es exclusivamente de una época o una determinada composición.

El género nace del fin que se proponga el autor, de la materia que se trate, el medio de expresión utilizada, etc. Aunque antiguamente el estilo de narración no existía hoy día se puede dividir el género en dos grupos, según la forma de su redacción que se emplee: poética, cuando se utiliza el metro o verso, y prosaica, cuando se recurre a la prosa. En la forma poética se incluyen los géneros dramático, épico, lírico y mixto. En la prosaica, el oratorio, doctrinal, histórico, narrativo y epistolar.

Pero lo verdaderamente importante en esencia es sentir afición a la literatura, sean cual sean los diferentes estilos y épocas, descubrir la belleza de las obras inmortales sin importar si son clásicas o modernas, admirar al ingenio humano, donde la literatura, y los libros, que en ellos están el saber y el conocimiento, puedan unir las ideas de las  nacionalidades más dispares.



Orígenes

Las más antiguas composiciones orales versaban sobre la religión y la guerra. Los sacerdotes, con toda seguridad, serían los primeros en transmitir de forma oral, y posteriormente de forma literaria, con las grandes gestas guerreras y de sus deidades religiosas.

Trajes típicos de tribus de Oceanía
Máscaras para espantar a los malos
espíritus, representaciones de
extrañas deidades y danzas tribales
de carácter religioso y guerrero. Éstos
dos temas forman la base de las
literaturas más arcaicas.
La diferencia entre la literatura antigua y moderna estriba en las antiquísimas crónicas de cultos religiosos y hazañas triviales ya que la literatura de aquella época hacía directamente el oficio de la historia, rememorando a su público, a sus pueblos, los hechos más importantes que habían ocurrido a su tribu y el orden en que habían sucedido. Pero esa "historia" no respetaba entre hechos reales y los míticos o leyendas. De ese mismo modo, no eran solo los sacerdotes quienes transmitían esos hechos sino los cronistas, fueran religiosos o no.

Por ejemplo, los indios americanos ahts creían que el primer hombre que existió se llamaba Quawteaht, éste se casó con el ave-trueno, Tootah, y de esta unión descendían todos los indios. Como divinidad, Quawteaht era inferior al dios-sol o la diosa-luna, aunque mandaba en la "otra vida". Aquí claramente se ve como se mezcla la  historia religiosa y la de la tribu.

Esto de no distinguir entre lo real y lo legendario, entre los hechos históricos y las creencias tradicionales, se descubre en las manifestaciones literarias relativas a unos y otras en todos los pueblos.

Todo ello dista mucho de la divisiones claras y netas con las que podemos clasificar la literatura moderna (entendiendo aquí por tal la de Occidente europeo de los últimos 700-800 años). No existe una referencia clara y exacta acerca de cómo fueron compuestas las primeras piezas literarias, pues eran objeto de la "tradición oral". Y seguro es que en esta transmisión oral muchos datos se perdían o se exageraban o bien se "modificaban".

Para los fines literarios la poesía ha estado siempre antes que la prosa, porque la primera es más fácil de recordar que la segunda. La poesía moderna es entendida, corrientemente, por estar expresada en versos que riman y tienen una métrica o cadencia especial. La primitiva no ofrecía  ninguna de estás características: lo distintivo de ella, seguramente, era la longitud de las sílabas o algunos recursos que hoy están en completo desuso.


Aparición de los géneros literarios: la épica

La poesía más arcaica, a la vez sacra y guerrera, debió ser, esencialmente, de carácter épico, de lo que tiempos posteriores se entendía que "debía contener" una obra literaria épica. Ésta tenía que tener una unidad de acción, donde el argumento o hilo del relato debe continuarse a lo largo de todo el poema, o bien que la acción debe girar entera en torno al héroe del mismo, da  igual que corra diferentes aventuras. En este último caso la acción se califica de episódica. El poema tiene que avanzar muy rápido, sin demasiados pensamientos moralizantes, y la mayoría de los que existen empiezan de una forma muy vivida, para que el oyente o el lector sea captado por la acción inmediatamente.

Es de ésta manera que los poemas más antiguos van adquiriendo el estilo épico. Siguiendo las composiciones y tradiciones más antiguas la religión y la guerra eran los dos temas principales, mientras que los temas como la magia o las profecías servían de vínculos entre los dioses míticos y la tribu para lo que se componían los poemas especialmente. Estos mismos temas dieron base a la idea de que el autor había sido inspirado por los propios dioses para cantar o recitar. De ahí provino la noción de "inspiración divina", según la cual, el espíritu o aliento de la poesía le era insuflado al poeta por los dioses o por algún ser invisible pero muy poderoso.


El drama

La segunda forma literaria que surgió fue el drama. Se dieron cuenta que los personajes de la épica cobraban más fuerza si eran varias la voces que personificaban las escenas y no un solo sacerdote o rapsoda. Por otro lado, todos los pueblos y razas, se dieron cuenta que si escenificaban o practicaban escenas rituales mímicamente esto conseguía darle más "fuerza" a la obra o a sus danzas tribales ya estaban en medio camino  hacia el  nacimiento del drama. La épica daba palabras a las situaciones dramáticas y dividiendo de forma adecuada las acciones de los héroes a diversas voces según los personajes de los poemas es como nació el primitivo drama.


La poesía lírica


Horacio
Horacio (Quinto
Horacio Flaco) fue
el poeta lírico más
representativo
de Roma
Después de la épica y el drama vino la poesía lírica. Siempre había habido poemas breves: invocaciones, conjuros, etc, que se transmitían en forma de verso porque esto ayudaba a la memoria individual y colectiva. La poesía épica tenía muchos autores y transmisores o poemitas de dichos poemas los cuales eran susceptibles de ser separados del conjunto original. Estos eran en su mayor parte elegías dedicadas a los héroes muertos o cantos y alabanzas a los afortunados.

Poco a poco, estos poemas compuestos para celebrar determinados hechos en determinadas circunstancias se fue generalizando y se compuso para toda clase de sucesos, superando las limitaciones de la propia épica. Aquí, igualmente, se halla la concepción del poeta como hombre inspirado. La inspiración podía ser por la muerte del héroe, el casamiento de un señor, o el propio amor que sentía el poeta por alguien o algo, o a otras muchas circunstancias que celebraba en un tipo de verso que posteriormente sería reconocido como el comienzo de la poesía lírica.


La prosa

El desarrollo de la prosa fue muy distinto al de la poesía. Porque la prosa se fue formando a partir del lenguaje del vulgo (pueblo), y solo se la consideró género literario y artístico cuando se dieron cuenta que tenía poderes influyentes sobre sus oyentes. Un comienzo fue las arengas que dirigían los generales y caudillos a sus tropas antes del combate, y por ganarse a la opinión pública, por lo que la influencia política fue esencial. Del estilo retórico pasó a una mayor llaneza y simpleza sin dejar explicaciones sobre el razonamiento abstracto.

La prosa más antigua sería lo que hoy se clasifica como literatura realista (composiciones directas sobre hechos e ideas, como contraposición a la descripción sobre personas o sucesos imaginarios, que hoy se le llama ficción). Pero la prosa, desde bien pronto, se desarrolló por otros caminos. En lugar de servir de base, por ejemplo, a las arengas de los caudillos sobre sus hombres, se transformó en un discurso muy elaborado que pudo haber pronunciado o que algún escritor le hubiera gustado que hubiese pronunciado, dando mucho énfasis a los hechos.

Por lo tanto, la prosa primitiva fue o bien una crónica donde de una manera simple se  registraban los hechos, o una historia, en la cual había probablemente mucha ficción; o prosa discursiva o didáctica, con un estilo apropiado para persuadir, para cambiar opiniones apelando a la razón y para argumentar pruebas reales más que emocionales.


Nacimiento de las literaturas nacionales

La épica y otras formas de poesía, el drama y la prosa, en sus distintas modalidades, fueron en sus comienzos muy similares en todas las sociedades nacientes del mundo aunque posteriormente, cada país o cultura adaptó la literatura a su pensamiento, forma de vivir y a su cultura particular.

La literatura griega y latina son las más influyentes, en principio, y la árabe, posteriormente, para la formación de la literatura española (ver entrada sobre la historia de la literatura española). Pero no hay que olvidar, a nivel mundial, con más o menos influencia, la literatura de la India, de China, (ver entrada sobre la historia de la literatura china) de todo el continente americano o la literatura semítica (babilonios, asirios, cananeos, hebreos, arameos, fenicios, árabes y etíopes).


Temas relacionados:


Literatura europea medieval

Literatura española en el siglo XVI



Bibliografía: AREA-5, Ideas y Creencias, 1976 de Editorial TIMUN MAS / Maravillas del saber (consultor didáctico) 1971. Título original: MERAVIGLIE DEL SAPERE de Editrice Europea di Cultura -Milano (Italia) / http://www.valpuesta.com/los-cartularios-de-valpuesta/


lunes, 3 de agosto de 2015

Relatos cortos (III)

La luna azul de noviembre





"No sé si en el pasado se amaba, ni siquiera sé si ha habido pasado. No puedo imaginarlo y menos entenderlo. ¿Si el amor antes no existía y ha evolucionado cómo será este en el futuro? ¿Cualidad humana o falsa vanidad? No creo, en absoluto, que al amor sea química solamente y que dure pocos años; es cuestión de que uno encuentre a ese amor verdadero del que tanto nos  habla la literatura y ese amor durará eternamente, a pesar de que dejen de existir, aunque si es así la vanidad está justificada. Ese amor "viajará" por el universo siempre. Es así como nacen la estrellas. Muchas veces he deseado una existencia sin amor pero entonces ni las estrellas ni tú me hubieseis hablado; dicen que algunas persona así sienten, pero no creo que sea cierto. Hasta el más despiadado..."

-Un momento, no sigas.

-He venido a hablar contigo.

-Yo te he traído conmigo para que estés a mi lado, para que no justifiques tu odio.

-No, no es verdad.Yo no odio.

-Sí. Odias la vida por el mero hecho de vivirla. La odias porque tiene fin y no lo comprendes. La odias porque te gustaría amar eternamente tal y como eres y no entiendes que una vez que se ama ya siempre existe. 

-Yo no odio, no digas eso vieja luna.

-Odias lo que no sea amor y ni sabes si existe, porque te lo cuestionas y a mi me preguntas. Deseas más enamorarte que se enamoren de ti. Fluye y sé corriente, no te detengas en ningún lago porque eso solo retrasará el momento. Vuelve por tu sendero y escucha a los cedros y las hayas como te hablan. Saluda al día, engaña a la noche y ven a abrazarme.


Siempre que me  hablaba del amor no le entendía. Me decía que pasaba eso por no saber amar porque el amor se aprendía al igual que el cariño, que el ser humano nace libre de la carga de los sentimientos aunque hubiera entendidos que afirmaran que al amor es lo que nos había hecho evolucionar y ser lo que somos. Incluso me dijo que hablaba contigo y siempre me recitaba el mismo poema, incluso me lo regaló en un papel escrito:


Abrazando a la luna azul ella me susurraba:
si le sonríes y mi luz pones en sus labios...
si después los tuyos los sellas en su alma...
si su lento respirar a tu respirar calma...
cuéntale que una noche el lucero lloraba.

Dile que las estrellas no brillan en el firmamento
que son sus pupilas las que te guían en la noche.
Dile que su amanecer es tu rocío
que sus manos cálidas alivian tu frío
dile que su vida para ti solo es un momento.

Recítale los más bellos versos de amor
esos que que se escriben solos en el aire,
esos en los que los sueños cantan y olvidan
y que sean ellos los que muriendo te pidan
que bailes la danza de fuego a su alrededor.

Háblale del mar, de sus olas, de su brillo
de cómo al anochecer su olor te serena.
Pídele que su corazón lleve sus latidos a tus venas
y que tu mirada al igual que la de un chiquillo
solo quiere a la alegría e ignora a la pena.


Después siempre me decía que al amor no entiende de belleza y yo le respondía que yo jamás me enamoraría de una vaca y él me contestaba que no lo jurara. Y ahora que han pasado unos años, demasiados, le echo de menos; bueno desde el primer día, tengo que reconocerlo, aunque el silencio fuera mi compañero. Hecho de menos su forma de hablar de la vida, de lo que pensaba del amor porque me doy cuenta de qué amaba de verdad, sin obstáculos. Me dijo una noche que una luna azul, tú, le reprendió porque odiaba y él, aunque no le contestó, pensaba que el amor y el odio era lo mismo solo que vivido en un antes y un después. Nunca lo entendí y sigo sin entenderlo.

¡Qué sensación de vacío! La vida, estaba claro, que no trataba a todos por igual, pero al tratarse de un niño era más desalentador. La  niñez es la etapa en la que más se ama de una forma natural, incluso más que en la adolescencia o juventud, según él mismo me decía ya que el amor era visto sin la visión de los años. No estaba del todo de acuerdo o sí, no lo sé, pero su forma de explicarlo denotaba seguridad, de convencimiento, de una cierta sabiduría, lo que me producía una sensación extraña entre asombro y respeto.

Ahora que no está, que no puedo mirar como sus ojos brillaban al hablarme de tí, me doy cuenta que existe el amor tal y como él me lo contaba, tal y como él lo sentía, porque aquí me hallo pensando a tu lado, expresándote lo que siento aunque no obtenga respuesta de tí. Supongo que aunque comprenda lo que es el amor no lo siento como él, ya que no me respondes. Él me decía que cuando oyera tu voz, cuando tú me hablaras sabría qué es el amor aunque no amara. ¡Qué chiquillo! Sólo doce años y la vida lo ha querido para sí; se lo ha llevado consigo. Él no creía en la muerte, nunca hablaba de ella. Decía que era la vida que acunaba a la vida. ¡Cosas de críos! Hablan y no se les entiende.

Me recitaba poemas, me hablaba constantemente de tí, de las estrellas, del mar, del viento, del río que alimenta a la tierra, A su corta edad y ya sentía así y se expresa de esta forma. Yo no le hacía al principio mucho caso, lo veía como un locuelo soñador. Y ahora que mi vida llega a su fín, en la que he vivido amores, desalientos y sueños no he encontrado a nadie que amara como él lo hizo, por eso tú si le respondías y por eso lo acogiste en tu regazo. Yo tenía solo dos años más que él y éramos los mejores amigos y la noche anterior me dijo que se iría contigo porque no querías que odiara. No entendí nada, pero si es cierto que está contigo ahora sé que lo recibiste porque querías que su amor fuera eterno y de haber seguido amándome nadie lo hubiese entendido, nadie. Gracias luna, gracias por tenerlo, por no dejar que su bondad y su pureza se olviden. Él te eligió a ti.





martes, 28 de julio de 2015

Mis poemas XXIII

Un pedacito de los dos





-Un pedacito de mi-

Un pedacito de mi me robas cada vez que tu rondar sigo.
Un pedacito de mi, a tu sombra nocturna, se va contigo.


-Con cada paso-

Sentí la arena fina mojada hundirse
con cada paso que sobre ella daba.
Te miré y por tu reír sé que me hablabas
y con tu frescor volvieron a cubrirse.


-Al pasar dos inviernos-

Volaron tus besos y pasaron dos inviernos
Suspiré al aire por ellos y volví a tenerlos.


-Los cerezos del lago-

En el lago vi reflejado a los cerezos llorando
porque alguien les contó de un amor soñado.
Al pronunciar su nombre sus pétalos me contaron
que bajo ellos, dos amores con un beso sellaron,
lo que la vida antes de conocerse les había dado.




lunes, 11 de mayo de 2015

El Cantar de los Cantares


El Cantar de los Cantares


Salomón y la reina de Saba
Salomón y la reina de Saba según Lucas de Heere (1534-1584), pintor y poeta flamenco.


El Cantar de los Cantares es un libro de la Biblia y del Tanaj (conjunto de 24 libros de la Biblia Hebrea) atribuido, en principio, al rey Salomón. Aunque la autoría está puesta en duda se le da por el autor de dichos cantares, también llamados Cantar de Salomón o El Cantar de los Cantares de Salomón. Fray Luis de León los tradujo al castellano (la lengua vulgar) e introdujo comentarios propios y fue muy criticado por eso, incluso llevado ante los tribunales inquisitoriales y encarcelado ya que en en el siglo XVI (Renacimiento español) todavía era muy común escribir en latín, sobre todo las obras religiosas. Esta obra lírico-dramática es una égogla pastoril y trata sobre dos amantes esposos: un joven pastor y una sulamita que obligados a separarse buscan unirse de nuevo. Toda la obra es un cantar a el amor del  hombre y la mujer y el amor de Dios a su pueblo o del matrimonio místico entre Cristo y su iglesia según diferentes interpretaciones.




Breve biografía de Fray Luis de León

Fray Luis de León
Fray Luis de León
(1527-1591)
Fray Luis de León nació en 1527 en Belmonte, en la provincia de Cuenca. Falleció en Madrigal de las Altas Torres, Ávila, en 1591. Fue el primogénito del matrimonio formado por el abogado Lope de León e Inés de Varela. Vivió su niñez en Madrid, a donde la familia tuvo que trasladarse por los distintos cargos oficiales de su padre que desempeñó en la ciudad. En 1541 se traslada a Salamanca para comenzar sus estudios universitarios. A los pocos meses ingresa en el convento de los Agustinos y en 1549 se convirtió en fray Luis de León.

En la universidad estudia filosofía con el agustino fray Juan de Guevara y teología con el dominico Melchor Cano. En 1552 obtuvo en Toledo el título de Bachiller y en 1560, en Salamanca, los de Doctor y Maestro en Teología en dura competencia con otros candidatos de la orden de Santo Domingo, iniciando así un pulso contra los poderosos dominicos, en cuyas manos estaban los temidos tribunales de la Inquisición, que iba a marcar terriblemente su vida. Era envidiado por profesores dominicos de la universidad de Salamanca y un hecho vino a agravar su situación. La traducción que hizo de El Cantar de los Cantares a lengua vulgar; el castellano. Lo hizo por su prima Isabel de Osorio, monja del convento salmantino de Sancti Spiritus, ya que no sabía latín y esta era la lengua oficial de la Iglesia y de las universidades. Sin su consentimiento se divulgó su obra lo que le llevó a que fuera encarcelado en marzo de 1572 en la cárcel de Valladolid y permaneciera encerrado durante casi cinco años siendo puesto en libertad, sin juicio previo, en diciembre de 1576. Al volver a ocupar su cátedra y reiniciar sus clases pronunció su famosa frase: Decíamos ayer... (Dicebamus hesterna die...).

En 1578 ocupa la cátedra de Filosofía moral y en 1579 gana por oposición la cátedra de la Biblia, asignatura que impartiría hasta su muerte. A partir de 1580 y hasta su fallecimiento ocupa la mayor parte de su tiempo en asuntos de la orden y de la universidad. Ya no continuó su labor poética, aparte que en aquellos tiempos ser poeta y religioso estaba muy mal visto. Fray Luis de León nunca llegó a ver publicada en vida su colección de poesías. Por el contrario, sus composiciones latinas si que tuvieron repercusión y en 1583 se publicaron en Salamanca sus obras Los Nombres de Cristo La perfecta casada. En 1588, por encomienda del Consejo Real, fray Luis de León preparó e hizo imprimir los escritos de Teresa de Jesús, que personalmente él admiraba y elogiaba. Tal era así que aceptó el encargo de la emperatriz María de Austria (viuda de Maximiliano II) para escribir la biografía de la reformadora carmelita, pero la muerte le sorprendió antes de concluirla.

El 14 de agosto de 1591, durante la celebración del Capítulo de la Orden de San Agustín, y nueve días después de haber sido elegido Provincial de Castilla, murió fray Luis de León en el convento agustino de Madrigal de las Altas Torres en Ávila.


Estructura del Cantar de los Cantares

De las diversas propuestas sobre la estructura del Cantar de los Cantares (no sigue un orden preestablecido por lo que presenta cierta dificultad estructurar esta obra) Lapide lo divide en cinco seccciones, Muntz en seis escenas, Bossuet en siete cantos, y otros expertos en otras tantas esctructuras. Pero de todas la división más moderna y aceptada es la siguiente:

  • Prólogo
  • Primer canto 
  • Segundo canto 
  • Tercer canto 
  • Cuarto canto 
  • Quinto canto 

Otras ediciones lo dividen en ocho capítulos con dos apéndices añadidos con posterioridad.


Mas información sobre el cantar de los cantares de Fray Luis de León
Composición del Cantar de los Cantares. Más información


Bibliografía: S.A.P.E, 19 -Club Internacional del Libro (El Cantar de los Cantares de Fray Luis de León) /Enciclopedia Maravillas del Saber/http://cvc.cervantes.es/

lunes, 20 de abril de 2015

Mis poemas (XXII)

A los sueños dile sí





-Mis pensamientos a tu fino contraluz-


Mis pensamientos a tu fino contraluz
con sombras de color de la mañana
donde los recuerdos son tus labios
que atrapan a los  míos como el mar al agua.

Mis pensamientos a tu fino contraluz
de rozarte sin tenerte y morderme la gana.

Mis latidos a tu mirada con hilos de lava
porque tu calor a mi frío apaga.
Mis pensamientos a tu fino contraluz
son los que a mi vida convierten en tu charca
en la que mojas tu manos para refrescar mi alma.

Mis sueños a tu  pasión
reciben a la noche a su llegada
para que tu reflejo consiga mi calma.
Mis pensamientos a tu suave besar
son los que nacen para morir
junto a las gotas en la tierra cansada.

Mis pensamientos a tu fino contraluz
perdidos en la madrugada
cubriendo con hojas tus desnudos pies
y sintiendo como tu sonrisa
a mi sonrisa vela hasta el nuevo alba.

Mis deseos a tu espalda desnuda
mojados por la niebla de la fría playa
secándote bajo la fina y cálida arena
escribiendo tu mirada a mi mirada.

Mis pensamientos a tu fino contraluz
de rozarte sin tenerte y morderme la gana.




-La calle 21-


Sonríes cuando paseas por la calle 21
y le dices a las gotas de lluvia dorada
que al mojar las hojas del joven fresno
sientan como acarician su mirada
y sean el dulce sueño de mi sueño.

Pisas los finos adoquines cuando te lloran
y caminas con tus pies desnudos llamándola
para contarle que cada noche de mayo
piensas cerrar los ojos y al saludarla
le dirás que por sus labios las lunas imploran.

Te sientas mojado en el banco de madera
y esperas a que llegue ese beso prometido
que sin tiempo y enloquecido
pregunta a cada anochecer
si ya queda poco para que llegue su destino.


sábado, 21 de marzo de 2015

Mis poemas (XXI)



Escucha al silencio del invierno





-Escucha al silencio del invierno-

Ahora te hablarán las frías sombras
y las noches ya no serán de vela;
ya no serán de larga espera
soñando a los hijos desnudos.

¡Qué corta tu desgraciada vida!
Adueñada por los miserables,
sesgada por afilados sables
del blanco sabor a hiel dormida.

Escucha al silencio del invierno
que es ahora tu compañero,
que por ti se hace viajero
para que no llores en tu infierno.

Escúchalo; muerde tu lengua,
esa lengua negra amarga
donde el espejo te engaña
y sientes la nana de la luna clara.

Ya no verás ese reflejo que esperabas,
ni sentirás el calor de la mañana...
ni entregarás tu alma a la esperanza...
ni le dirás a la noche que sea confiada.

Ya perteneces a la calle del ayer,
sin recuerdos, sin nombre escrito,
sin poder correr la cortina y ver
como por ella pasea la lluvia salada.

(Dedicado a un amigo especial el cual ya no está entre nosotros y a todas aquellas personas que ven truncada su vida por la avaricia de los demás)

viernes, 13 de marzo de 2015

Las generaciones literarias de 1868 y 1898

Las generaciones del 68 y del 98

(siglo XIX)



Benito Pérez GaldósAntonio Machado
Benito Perez Galdós (izquierda) de la generación de 1868 y Antonio Machado (derecha) de la generación del 98, son dos de los más destacados autores de sus respectivas generaciones.

Estas son las dos grandes generaciones de la segunda mitad del siglo XIX. La del 68 toma el  nombre del levantamiento popular contra Isabel II en 1868, llamada La Gloriosa, y la del 98 por la pérdida de las colonias españolas tras la guerra de Cuba en 1898. La primera surge al ir terminando las ideas del romanticismo, siendo sustituido por una nueva corriente cultural denominada realismo y proveniente de Francia. También dentro de ésta generación se produce el naturalismo, también procedente de Francia. La segunda es contraria al realismo, surge el modernismo donde se renueva los moldes clásicos de los géneros literarios.

La generación literaria de 1868

-Realismo y Naturalismo-



Gobierno provisional tras la revolución llamada La Gloriosa
-Gobierno provisional de La Gloriosa (Sexenio Democrático)-
De izquierda a derecha: Laureno Figuerola (Ministro de Hacienda), Manuel Ruiz Zorrilla (Ministro de Fomento), Práxedes Mateo-Sagasta (Ministro de Gobernación), Juan Prim (Ministro de la Guerra y Presidente del Consejo de Ministros), Francisco Serrano (Presidente del Gobierno y Regente del Reino), Juan Bautista Topete (Ministro de Marina), Adelardo López de Ayala (Ministro de Ultramar), Juan Álvarez Lorenzana (Ministro de Estado) y, sentado a la derecha, Antonio Romero Ortiz (Ministro de Gracia y Justicia).



Contexto histórico:

El gobierno de Isabel II hacía agua por todos lados. El descontento popular y político era evidente. El levantamiento se produjo en septiembre de 1868, por lo que a La Gloriosa también se le conoce con el nombre de La Septembrina. Aquí se inicia un peridodo llamado Sexenio Democrático durante el cual, de 1871 hasta 1873 se proclama una monarquía parlamentaria con Amadeo I (1871-1873) como rey de España. De 1873 a 1874 se forma la Primera República Española. Los seis años llamados "Sexenio Democrático" habían acabado.

Durante la década de los años 60 del siglo XIX se produjeron en España varios acontecimientos los cuales darían al posterior derrocamiento de la reina Isabel II. Uno de ellos fue los sucesos que ocurrieron en la Puerta del Sol, de Madrid, el 10 de abril de 1865, donde la Guardia Civil junto a unidades de la Caballería e Infantería del Ejército Español, recibiendo órdenes del Ministro González Bravo, cobarde y vilmente, reprimieron con mucha dureza, una manifestación estudiantil  en favor del rector de la Universidad Central de Madrid, que había sido cesado en sus cargos tres días antes. La represión produjo, al menos, 14 muertos y cerca de 200 heridos. La mayoría eran niños, mujeres y ancianos que ni siquiera participaban en la manifestación.

Por otro lado había una crisis política y financiera del país que llevó a una crisis en 1866, la primera que se produjo en España durante el capitalismo. En junio de ese año hubo una insurrección en la capital de España la cual pretendía acabar con la monarquía de Isabel II. Fue conocida como la Sublevación del Cuartel de San Gil, ya que los sargentos de ese cuartel de artillería fueron los que se alzaron. El gobierno del general Leopoldo O'Donnell, de la Unión Liberal, que había sustituido al general Narváez que había sido depuesto de su cargo a raíz de los sucesos de la Noche de San Daniel, fue depuesto a su vez por Isabel II, aduciendo que había sido "demasiado blando" con los insurrectos, aún cuando habían sido fusilados 66 de ellos, volviendo a ser nombrado en el cargo al general Narváez, que era líder del Partido Moderado. Este adoptó una política represiva y muy autoritaria abriendo, aún más si cabe, una brecha en el gobierno y en el reinado de Isabel II.

La crisis económica iniciada en 1866 hizo estragos en España que ya había sido iniciada con una crisis en el sector textil catalán en 1862. Todo esto fue sumando un malestar general social y político. A esto se le sumaría, entre 1867 y 1868 unas malas cosechas en el campo lo que sumió en la pobreza a las clases más bajas. Al final, el resentimiento popular y político, con las crisis financiera y social hacia el régimen isabelino, hizo que se produjera la revolución de 1868, llamada La Gloriosa, derrocando a Isabel II.


Contexto literario:

  • Realismo. Naturalismo -La Generación del 68 (Juan Valera. José de Echegaray. Benito Pérez Galdós. Emilia Pardo Bazán. Leopoldo Alas "Clarín").


Isabel II de España
Isabel II (1830-1904)
Fue derrocada por
la revolución del 68
La Gloriosa.
El Realismo fue un movimiento cultural que se impulsó en Europa a mediados del siglo XIX al ir mermando las ideas del Romanticismo. Esta corriente intelectual procedía de Francia y pretendía observar a las personas y sus acciones desde un punto de vista más real y no tan romántico como promulgaba el Romanticismo. Uno de sus principales impulsores fue Honoré de Balzac (1799-1850) que con obras como La Comedia Humana, imponía en la novela un fin moral y social. Esto se tradujo en algunos autores en la corriente llamada Naturalismo que en España tuvo sus detractores. El término realista se empleó por primera vez para la pintura, pero se amplió con el tiempo al resto de las artes. En la literatura se plasmó mayormente en la novela y cronológicamente su primer representante en España fue Cecilia Böhl de Faber (1796-1877) nacida en Suiza y conocida por su pseudónimo de Fernán Caballero. Sus novelas son costumbristas, olvidándose, en cierto modo, de la trama argumental, siendo La Gaviota (1849) su obra maestra.

Dentro de este movimiento del Realismo se produce la llamada Generación del 68. Fueron un grupo de escritores, sobre todo novelistas, que empezaron a publicar a partir de la revolución de 1868 hasta 1889, llamada La Gloriosa, para derrocar al régimen de Isabel II. Las condiciones políticas en España entonces cambiaron liberándose la censura isabelina que también había sobre la literatura. La denominación "Generación del 68" fue acuñada por Leopoldo Alas, "Clarín" en un artículo suyo. Los principales escritores fueron Juan Valera (1824-1905), José de Echegaray (1832-1916), Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891), José María de Pereda (1833-1906), Benito Pérez Galdós (1843-1920), Emilia Pardo Bazán (1851-1921) Leopoldo Alas "Clarín" (1852-1901) y Armando Palacio Valdés (1853-1938).

El Naturalismo, de origen francés también, en España fue algo diferente ya que no alimentaba la finalidad científica y material que sí lo hacía en el movimiento galo. Los principales escritores de la generación del 68 que pertenecieron al Naturalismo fueron: Emilia Pardo Bazán, Leopoldo Alas "Clarín" (el más acérrimo defensor del Naturalismo) y Armando Palacio Valdés.

Sus características conjuntas fueron la conciencia de clase burguesa, la estética del Realismo y el optimismo, a pesar del pesimismo, que como virtud del romanticismo, volvió con cierta fuerza tras la revolución del 68. A nivel individual cada autor presenta un estilo diferente pero con una compleja sintaxis en sus obras. Solo Pedro Antonio de Alarcón presentaba una cierta influencia del extinguido Romanticismo.



Breves biografías principales autores:


Juan Valera

Juan Valera y Alcalá-Galiano nació en Cabra, Córdoba, el 18 de octubre de 1824 y falleció en Madrid el 18 de abril de 1905. Aparte de escritor fue diplomático y político. Fue un escritor, sobre todo de  novelas, y aunque nació en la época del Romanticismo y sus principios literarios lo fueron su estilo y producción general fue de la Generación del 68 dentro del Realismo,, siendo el mayor del grupo y publicó también numeroso artículos periodísticos y ensayos. El tema de sus obras, son fundamentalmente, de corte religioso y amoroso. 

Juan Valera
Juan Valera
(1824-1905)
Estudió Lengua y Filosofía en el seminario de Málaga entre 1837 y 1840 y en el colegio Sacromonte de Granada en 1841. Más tarde inició estudios de Filosofía y Derecho en la universidad de ésta ciudad. En 1844, para celebrar sus veinte añossu padre le costeó la publicación de un tomo de versos, Ensayos poéticos. Su carrera diplomática la inició en Nápoles en 1847 junto al poeta Ángel de Saavedra, duque de Rivas, que era embajador por aquel entonces. Permaneció allí dos años donde aprendió griego y se enamoró profundamente de Lucía Paladio, marquesa de Bedmar a la que el escritor llamaba "La Muerta",  cariñosamente. Viajó por Europa y América de los cuales quedó reflejado en unas epístolas que escribió y que se publicaron en España sin su conocimiento ya que en ellas describía con detalle sus aventuras amorosas. Una de estas aventuras fue con la actriz francesa Ethelie Madeleine Brohan. En Río de Janerio conocería a la que luego sería su mujer años más tarde: la hija de su jefe José Delavat.

En 1853 se traslada de nuevo a vivir a Madrid y sigue con su vida diplomática y política aunque dividió su tiempo tambíén con la literatura. Sirvió de jefe de Legación en Dresde en 1855-1856; de secretario bajo el duque de Osuna en una misión diplomática en Rusia y de ministro en Frankfurt más tarde. En 1860 disertó y explicó en el Ateneo de Madrid la Historia crítica de nuestra poesía con un gran éxito. Fue elegido en 1862 miembro de la Real Academia Española. En 1864 publicó Estudios críticos sobre literatura, política y costumbres de nuestros días, uno de sus mejores ensayos. En 1867 se casó con Dolores Delavat, a la que había conocido catorce años antes en Brasil cuando ella contaba siete años de edad y que ahora contaba con veinte, en París. Después del derrocamiento de Isabel II en 1868 fue subsecretario de Estado y Ministro de Instrucción Pública con el rey Amadeo I de Saboya. 

Entre 1874 y 1879, Valera publicó cinco novelas de tono idealista. Su obra maestra, Pepita Jiménez, la publicó en 1874. Las otras cuatro fueron: Las ilusiones del doctor Faustino, El Comendador Mendoza, Pasarse de listo Doña Luz. Juan Valera se había convertido en uno de los mejores novelistas de España. Valera volvió a la diplomacia y fue embajador en Lisboa, Bruselas, Viena (1893) y Washington. En esta última ciudad mantuvo un romance con la  hija del secretario de estado estadounidense, Katherine C. Bavard, la cual acabó suicidándose. Durante este período lo más resaltable fue el enfrentamiento literario que tuvo en la Revista de España con Emilia Pardo Bazán. Ella publicó el manifiesto naturalista La cuestión palpitante, de cuyo movimiento literario él estaba en contra. 

Al volver a Madrid en 1895 estaba casi ciego del todo. A pesar de eso siguió escribiendo multitud de ensayos en revistas y periódicos. Algunas publicaciones en el final de su vida fueron algo polémicas. Este año publica su segunda gran obra: la novela Juanita la Larga. En 1897 publica Genio y figura y en 1899 Morsamor. Juan Valera murió el 18 de abril de 1905 mientras escribía un discurso académico; Consideración sobre el Quijote, para conmemorar el tricentenario de la publicación de su libro preferido. Fue una de las personas más cultas de su época, con una prodigiosa memoria y que hablaba y escribía varios idiomas.


José de Echegaray


José de Echegaray
José de Echegaray
(1832-1916)
José Echegaray y Eizaguirre nació el 19 de abril de 1832 en Madrid. Falleció, también en Madrid, el 14 de septiembre de 1916. Fue escritor, poeta,dramaturgo, matemático y político español. Aunque en un prinicipio, por la fecha de su nacimiento, se vio influenciado por la corriente del Romanticismo fue un escritor   del Realismo y por su trayectoria de publicación de obras pertenece a la Generación del 68 aunque no participó de la revolución social de dicho año. Recibió el Premio Nobel de Literatura (el primer escritor español en hacerlo) en 1904.

Su padre era médico y profesor de instituto. Realizó sus primeros estudios en Murcia. Allí se aficionó enormemente por las matemáticas. Con catorce años se traslada a Madrid donde ingresó en el nuevo Instituto de Segunda Enseñanza San Isidro. Con veinte años salió de la Escuela de Madrid con el título de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, que obtuvo con el número uno de su promoción. Tuvo que desplazarse a Almería y Granada por motivos de trabajo. Era un apasionado de Homero, Goethe y Balzac y de matemáticos como Gauss. En 1854 comenzó a dar clases en la Escuela de Ingenieros de Caminos. Impartió clases de matemáticas, geometría, hidráulica y física, entre otras materias.  Echegaray también publicó obras científicas como Cálculo de variaciones (1858), Problemas de geometría plana (1865), Problemas de geometría analítica (1865 y considerada una obra maestra del género), Teorías modernas de la física (1867), y otras obras. 

En 1864 fue elegido miembro de la Real Academmia de las Ciencias Exactas. Tras la revolución del 68 fue nombrado Director de Obras Públicas cargo en el que estuvo hasta  1869 en que fue nombrado Ministro de Fomento y que ocuparía hasta 1872, y Ministro de Hacienda de 1872 a 1873. En 1870 formó parte de la comisión que recibió al rey Amadeo I de Saboya, tras el derrocamiento de Isabel II en 1868, en Cartagena. Este abdicó el 11 de febrero de 1873 y el gobierno fue sustituido por uno republicano que sería depuesto en 1874. De ideales republicanos participó con Martos y Salmerón en la fundación del Partido Republicano Progresista en 1880. Dejó el Ministerio de Hacienda para dedicarse de llenó a la literatura y en 1904 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura. En 1905 vuelve al Ministerio de Hacienda bajo el reinado de Alfonso XIII, desapareciendo su fervor republicano. José Echegaray mantuvo una gran actividad literaria hasta su muerte, ocurrida el 14 de septiembre de 1916 en Madrid. De sus obras cabe destacar: El gran Galeoto (1881), El hijo de don Juan (1892), Mancha que limpia (1895), La calumnia por castigo (1897) o El loco de Dios (1900). Aparte de un gran escritor fue un excelente matemático.


Benito Pérez Galdós


Benito Pérez Galdós
Benito Pérez Galdós
(1843-1920)
Benito María de los Dolores Pérez Galdós nació en Las Palmas de Gran Canaria, el día 10 de mayo de 1843 y falleció en Madrid el 4 de enero de 1920. Fue dramaturgo, cronista y novelista considerado el mayor representante del Realismo Español y uno de los más importantes en lengua española. Su obra cumbre es la  novela realista Fortunata y Jacinta y su serie de Episodios Nacionales.

El padre de Galdós era coronel del ejército, Sebastián Pérez. Su madre, Dolores Galdós, era una dama muy estricta y religiosa hija de un antiguo secretario de la Inquisición. Era el décimo hijo del matrimonio. Su padre había participado en la Guerra de Independencia y fue quien le inculcó el gusto por las narraciones históricas. En 1852 ingresó en el Colegio San Agustín de su ciudad natal. En 1867 obtiene el título de Bachiller en Artes y empezó a colaborar en la prensa local con algunos cuentos y poesías. Ese año se traslada a Madrid para estudiar la carrera de Derecho.. Ese año realiza su primer viaje a París donde lee a Balzac y a Dickens y debido a su falta de asistencia a clase abandona la universidad en 1868, año de la revolución democrática llamada La Gloriosa. En 1870 escribe su primera novela La sombra, de fondo romántico. En  1871 publica La Fontana de Oro. En 1872 emprende la redacción de sus Episodios Nacionales, al poco de haber muerto su padre. Los empieza a publicar en 1873  y en ellos refleja la vida de los españoles del siglo XIX y los hechos históricos que marcaron el destino del país. Debido al éxito del primer episodio La batalla de Trafalgar, continua escribiéndolos con un total de 46 episodios en cinco series de diez novelas cada una. En esa época conoce a Leopoldo Alas "Clarín". La última serie la escribe entre 1902 y 1912, inconclusa que acaba con la Restauración de Alfonso XIII. En su conjunto es una de las obras más importantes de la literatura española de todos los tiempos.

En 1876 publicó Doña Perfecta y en 1877 Gloria. En 1889 fue elegido miembro de la Real Academia Española ingresando en 1897. Frecuentaba diversas tertulias donde trabó amistad con varios escritores. Viajó por Francia, Inglaterra e Italia y los veranos los solía pasar en El Sardinero, Santander (Cantabria) con sus amigos José María Pereda y Marcelino Menéndez Pelayo. En 1884 viaja a Portugal con su amigo Pereda. De 1886 a 1890 se dedicó más activamente a la política ya que era diputado por el Partido Liberal de Sagasta, el cual fue varias veces Presidente del Consejo de Ministros. En 1886 publica su novela más conocida: Fortunata y Jacinta y en 1888 Miau. En 1891 se estrenó Realidad con la gran actriz María Guerrero.La vida sentimental de Benito Pérez Galdós tiene claros-oscuros de la que no se sabe mucho por la discreción del mismo escritor. Permaneció soltero pero tuvo una hija natural en 1891 cuya madre, Lorenza Cobián, se suicidaría más tarde. Tuvo también una relación con la escritora Emilia Pardo Bazán durante veinte años.

Los últimos años del escritor se basaron, sobre todo, en el teatro. En cuanto a su economía, a pesar de ser un autor de éxito, pasó apuros económicos y bastante endeudado. Llevaba una vida regular donde daba largos paseos por Madrid. Leía mucho a Shakespeare, Dickens, Cervantes, Eurípides y Lope de Vega. En 1919 se realizó una escultura suya en reconocimiento a su larga vida literaria. A pesar de su ceguera pidió poder palparla llorando muy emocionado. El 4 de enero de 1920 falleció en Madrid el genial escritor. Fue enterrado en el cementerio de la Almudena acompañado de más de 20.000 madrileños.

Emilia Pardo Bazán


Emilia Pardo Bazán
Emilia Pardo Bazán
(1851-1921)
Emilia Pardo Bazán nació en La Coruña el 16 de septiembre de 1851 y falleció en Madrid el 12 de mayo de 1921. Fue novelista, ensayista, crítica y periodista. Escritora del Realismo fue la impulsora del movimiento literario llamado Naturalismo en España. La obra cumbre de esta gran autora fue Los Pazos de Ulloa.

Era hija de una familia noble. Su padre era el conde José Pardo Bazán. Su madre, Amalia de la Rúa, fue quien la animó y estimuló a que escribiera ya que mostraba un gran interés desde los nueve años. Leyó a los grandes clásicos griegos y a Cervantes. Los libros que trataban sobre la Revolución francesa le encantaban. Recibió una educación con profesores privados y se niega a tomar clases de música, tal y como era costumbre en la época para la educación de las mujeres de familias cultas y burguesas. En 1864 escribe su primera novela Aficiones peligrosas que se publicaría por primera vez en 2012.  En 1868, el año en que Isabel II fue derrocada por la Revolución del 68, se casa a los diecisiete años con José Quiroga. En 1869 se establece en Madrid. Viajaron, por motivos de trabajo del padre, por Francia,  Inglaterra, Italia y Alemania. En 1876 ganó un premio literario con Estudio crítico de las obras del padre Feijoo. Ese mismo año nace su primer hijo, Jaime. En 1879 nace su hija Blanca. En 1881 nace su tercera hija, Carmen, y publica Un viaje de novios. En 1883, año en que publica La tribuna, empieza su evolución hacia el Naturalismo. Ese año publica La cuestión palpitante, un manifiesto naturalista que le enfrentó a Juan Valera. Su marido le pide que deje de escribir y que se retracte de sus escritos cosa que la escritora no hace y se separa de su marido en 1884. 

Este mismo año conoce a Benito Pérez Galdós, también  cercano al Naturalismo y mantiene una relación sentimental que duró veinte años. La obra más representativa del Naturalismo de la escritora y obra cumbre de su carrera fue Los Pazos de Ulloa (1886), donde describe la decadencia del mundo rural gallego y de la aristocracia. Otras obras naturalistas fueron Insolación (1889) y Morrina (1889). En 1890 fallece su padre. Sigue publicando novelas durante los años siguientes. En 1892 dirige la publicación La Biblioteca de la mujer. Asiste a congresos donde denuncia la desigualdad de la mujer ante el  hombre. Ella fue rechazada en tres ocasiones como miembro de la Real Academia de la Lengua. En 1906 ocupa la cátedra de literaturas neolatinas en la Universidad Central de Madrid pero por ser mujer solo asistió un estudiante a clase. Fue autora de una extensísima obra literaria y una de las más destacadas escritoras españolas. Falleció en Madrid el 12 de mayo de 1921.

Leopoldo Alas "Clarín"

Leopoldo Alas "Clarín"
Leopoldo Alas "Clarín"
(1852-1901)
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Bibliografía: Blog literario www.juan-clauido.com. Entradas La Generación del 68 y La Generación del 98.